Inicio Opinión Antonio Oliver Néstor, el noble «Indio Guaraní» que echó raíces en Jaén

Néstor, el noble «Indio Guaraní» que echó raíces en Jaén

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Néstor, con un ojo morado a resultas de un lance en Atocha, acompañado de Jorge Cafrune

Guarambaré es un antiguo distrito de Paraguay, situado al sur del Departamento Central, a unos treinta kilómetros de la capital, Asunción. Allí, en este lugar donde la población vive en torno a la producción de azúcar nació,hijo de Rogelia y FelicianoNéstor Porfirio García Villalba

La suya es una historia de fútbol y de vida que viene a unirse a tantos relatos en los que el balón, la distancia y los afectos acaban concediendo la doble nacionalidad, no la de los papeles, sino la del corazón que se reparte entre el lugar donde uno ha nacido y la tierra en la que ha echado raíces. Tiene dos hijos (Néstor y Miriam) y ya es abuelo. Al final se es, de ese lugar donde se curte la piel que nos da la vida a fuerza de vivirla. La vida lo ancló a Jaén y aquí sigue, con el corazón amarrado a puerto, frente a un mar de olivos.

Néstor terminó su etapa en el fútbol profesional demasiado pronto pero jamás dejó de jugar el fútbol. Lo ha jugado hasta que su cadera, a gritos, le pidió parar. Su edad es uno de los secretos mejor guardados. Ha tenido muchas edades pero, en todos los casos, la persona fue la misma. El mundo del fútbol le respeta y lo quiere. Me contaba que su primer destino fue Galicia, para jugar en el Pontevedra. Tuvo que hacer un meritaje previo y jugar varios partidos porque, sin haber cumplido los veinte años, iba a firmar por un equipo de Primera División. Pasó las pruebas, firmó contrato y debutó en el estadio de «Pasarón». Aquel Pontevedra tenía jugadores de altísimo nivel. Neme o Martín Esperanza, internacionales absolutos con España, acompañaron a Néstor en su debut.

La alternativa se la dio uno de los mejores jugadores que ha tenido el fútbol español. En su primer partido marcó a Paco Gento. La lucha fue sería y el veloz extremo blanco sufrió la marca de un debutante inflexible y que, como recién llegado, no conocía el nivel del genio al que  estaba intentando frenar. Eso le evitó una mayor responsabilidad. Salamanca, Murcia, Jaén…Néstor ha dejado su huella como jugador en muchos sitios. La provincia de Jaén, sus equipos más emblemáticos, han visto a Néstor despedirse del fútbol. Luego las pistas de Fúbol Sala.

Con el equipo de «Palabra de Fútbol» en Bailén: Nando, Jaro, Losada, Néstor, J. Llorente y Aldana

Su romance con el balón no terminará nunca por que, jugando o hablando de fútbol, su relación es apasionada. Escuchar a Néstor relatar sus comienzos es como irse al túnel del tiempo. Su debut como capitán de la Selección Juvenil de Paraguay frente a la Argentina que capitaneaba Quique Wolf. Su sorpresa cuando al llegar a España, por sus rasgos físicos, en los campos le gritaban: «Indio», «Gitano». No sabía qué pasaba. Incluso llegó a decirle a Enrique, capitán del Salamanca, que lo estaban insultado y Enrique lo sacó del error: «No, Néstor. Te lo están llamando a ti». Tardó años en acostumbrarse pero no vio racismo en esos gritos. Cree que la idea de los que gritaban era desestabilizarle nada más: «Era para ayudar a su equipo y no tanto para insultarme a mí». Néstor prefiere recordarlo así. Es un corazón noble que, en el campo, sacaba la rabia, el compromiso y la fuerza de ese guaraní que no sabía rendirse ni comprende las derrotas. Es así.