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Con flores a Membrado

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Los jugadores del Real Jaén están desesperados. Es malo soportar una crisis. Es duro ver como la sociedad pierde pie por una pandemia y se hunde en lo económico y en lo humano. La angustia es inenarrable porque va más allá de lo personal para invadir la estabilidad de las familias, el futuro de los más jóvenes y el presente de quienes tienen que resolver ese futuro.

Sin embargo, siempre hay algo peor que lo peor. A todo lo anterior, los jugadores del Real Jaén tienen que unir la ansiedad de soportar la indigna jerarquía de un patrón de humo. Un místico de medio pelo que ha pasado de pavo real a quién sabe qué y que desde la indolencia y el desprecio ha manejado algo que ni conocía ni entendía ni quiso nunca.

Las razones por las que Tomás Membrado aceptó el reto son desconocidas. Lo que por desgracia se conoce, es la sima en la que ha encajado al club y en la que lo mantiene en una espera inmisericorde, aguardando la extremaunción. Era imposible pensar que el aceite del que hablaba este «santo varón» era el de los óleos de la unción final. No cabe más impiedad ni mayor desprecio. Con la nave haciendo aguas saltó. El capitán saltó el primero. Dejó huérfana a la marinería y al mando…a nadie. Un valiente.  

Los jugadores han denunciado pero, tal y como está el entramado de disparates, tienen por delante una lucha dura. Les han dejado de pagar, les han quitado la palabra pero no la libertad, pero no la dignidad. Habrá batalla y será muy triste. Seguro.

Todavía estamos en mayo y recuerdo aquellas tardes de sol y rosas en las que se cortaban las clases, nos leían milagros y cantábamos. Sugiero a los jugadores que, además de defender sus derechos, acudan con flores a Membrado. Lo mismo hay milagro.