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El Real Jaén ya juega para milagro

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El Real Jaén ha caído a la última posición de la tabla. Nadie podía imaginar que una situación tan indecorosa en lo deportivo para un equipo que tiene la obligación de ascender, se viera con la normalidad que se ve. Es agotador. Ya nada escandaliza. Hay suficientes calamidades como para que, una más, no ahonde el drama. Lo esperpéntico se ha convertido en habitual. El viernes llegó un nuevo empresario. El sábado era defenestrado por una avalancha de críticas. Debut y despedida. Da igual. El Real Jaén, a día de hoy, tiene casi de ocho millones de deuda. Quienes se han acercado al club, viendo solo lo evidente, han desistido. Ni un papel ni manera de encontrarlo.

La situación es dura. Ante la magnitud del desatino resulta difícil mantener encendidas las luces de lo positivo. Aplaudo la rebeldía de quienes se resisten a creer que se esté en un punto de tal gravedad y mantienen intacta la fuerza para pelear.

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Hay que valorar por, desinteresados y románticos, los llamamientos a la acción, a la protesta radical contra los dueños del club y a la negación de la fatalidad. Ojalá las voces lleguen a alguien que, con capacidad para hacerlo, tenga la voluntad de llamar a la puerta de éste club y sacar de sus entrañas una deuda que lo ahoga.

Me gustaría que alguien me diera una razón para creer que hay tiempo y que un día, el día menos pensado, el club cambiará de manos y que se podrá saber la profundidad exacta de la sima y lo qué se puede hacer para frenar la hemorragia. La esperanza es lo último que se pierde pero, tal y como están las cosas, ya estamos en el tiempo de los milagros. Ojalá…un milagro.