Lopetegui ha hecho un Sevilla que responde a lo que Monchi y él tenían en la cabeza. Lo que está pasando en el equipo de Nervión tiene que ver con las pinceladas de autor que se han dado. Jugar el fútbol en este equipo no es fácil. Hay una exigencia histórica que creció en la época de José María del Nido hasta límites asfixiantes. Ganar, no un título, ganar un partido era cuestión vital y si no se ganaba se estaba abonando un crisis. Eso se nota ahora. Lo han notado todos los jugadores y todos entrenadores que pisan ese campo.
Julen llegó bajo el manto de una duda general. Solo contaba con el aval de Monchi. No es poco pero ni eso libró a Lopetegui de las críticas apriorísticas más descarnadas. Unas con raíces futbolísticas, otras manchadas de barro ideológico a propósito de una pretendida ofensa a la Selección de España, la de Rubiales. Da igual. El fútbol tarda pero como la justicia acaba llegando y poniendo las cosas en su sitio.
Ayer el Sevilla se ganó la plaza para curatos de final de Copa del Rey. Lo hizo en un partido simbólico y frente a un rival de jerarquía, el Valencia. Cuando el árbitro pitó el final pensé que el fútbol tiene sus ritmos y que la excelencia del partido y de el segundo de sus goles vienen a ser una lección práctica de que el fútbol tiene sus ritmos y elige a sus conductores. Lo de Lopetegui en el Sevilla solo acaba de empezar….
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