Inicio 1ª División Sevilla, el día después

Sevilla, el día después

Compartir

Sevilla vive un día especial. Ayer hubo un Sevilla-Betis. Hace 42 años los sevillanos, como todos los andaluces, se levantaban en otro día especial. Andalucía votaba por su futuro. Referendum para ganar la vía rápida y alcanzar una Autonomía sin restricciones. Se ganó pero hubo que ir más allá del tiempo reglamentario. Jaén y Almería obligaron a una espera angustiosa. Al final júbilo. El resto ya lo conocen. Esto pasaba en 1980.

Hoy lunes, Día de Andalucía, los ecos de la reivindicación autonómica aparecen borrosos. Lo que permanece inalterado con el paso de los años, es el sonido que emite la ciudad después de un «derbi».

Hace un rato en la Puerta de la Carne mientras empiezan a montarse los veladores del Bar Mezquita, en la barra, ha comenzado “el día después”

Manolo, bético por los cuatro costados, acaba de entrar. Es de los de Rogelio, Ortega, GordilloCardeñosa…,un histórico. Verdiblanco cunero, aparece puntual como cada lunes ni antes ni después, a su hora. Antonio, que es del Barça, desde la máquina de café, de espaldas y tirando un cortado, casi en un desplante torero, lo ha recibido con sorna: “Viva er Beti manque pierda”. Silencio. Sin tiempo para que Manolo reaccione aparece José Manuel, mi vecino, y desde la puerta grita: “Casta y coraje. Viva el Sevilla FC. Eso es lo que hay…a mamar”. Después entra, se acoda en la barra sin decir palabra y espera su café. Solo se escuchan la tele con las últimas noticias de Ucrania y el ruido frio de los platos y las tazas. Calma tensa. Manolo, rumiando el café, entre dientes, sin mirar a nadie pregunta: “¿Cuántos lesionados decís que tenéis para la final de Copa…? Ahhh no, que os echamos. ¡¡¡Antonio!!!, no se te olvide «comprar» la final para que algunos de aquí puedan ver fútbol de verdad…tequieiya”. 

Así comienza hoy un ritual que se produce casi a diario pero al que, en un lunes como este, la parte que gana viene armada de “guasa” hasta los ojos mientras la que pierde se defiende con la cintura que da una larga experiencia en estos lances, en los que unas veces se gana y otras se aguanta.

Sevilla es esto, una ciudad mestiza de sangre roja, blanca y verde. A partir de ahí, en el seno de las familias, se lucha para atraer a los recién llegados a la orilla correcta según el credo de cada uno. Son ritos, costumbres ancestrales; herencias de un valor simbólico incalculable, un fenómeno antropológico ante el que conviene no improvisar juicios. Es hondo y, quizás, venga de más allá del fútbol.

Una cosa es el tópico para consumo externo y otra lo que pasa en Sevilla cuando juegan sus equipos. Entonces se remueven los cimientos emocionales y la ciudad entera se agita y se parte por la mitad. Luego vienen las palabras que aunque, ácidas y punzantes, sirven para tender puentes y unir otra vez, a base de dimes y diretes, las dos mitades que seguirán irreconciliables pero juntas… y la vida sigue. Cada uno mira de reojo los pasos del otro pero los corazones no saltarán del pecho como ayer hasta que, en La Palmera o en Nervión, haya otra «Justa».

El Sevilla FC ganó y, como ocurrió en el Referendum del 80, tuvo que ir más allá del tiempo reglamentario para certificar su victoria. Canales, como entonces Almería y Jaén a todos los andaluces, obligó a los aficionados del Sevilla a contener la respiración. Al final júbilo sevillista. El resto ya lo conocen. Esto pasaba ayer. Feliz Día de Andalucía.