Juanma Pérez Campos.- El fin de semana pasado fue para Jesús Torres, el joven piloto de Los Villares, un banco de pruebas. A lo largo de las dos jornadas, 1 y 2 de julio, en el circuito de Portimao en el Algarve portugués tuvo tiempo de atesorar experiencias y sensaciones que no fueron gratas pero que sin duda van a servirle en el futuro. Era la cuarta prueba del «Campeonato Mundial Junior de Velocidad». Para Jesús, fue muy duro y de enorme exigencia porque llegaba a Portimao sin conocer el circuito aunque los tiempos fueron razonablemente buenos.
En los libres del viernes, se dedicó a rodar para conocer la pista, obteniendo a pesar de todo el puesto once en el primer libre y el puesto seis en el segundo.
El sábado, en el primer cronometrado, buscando rebufos, consiguió hacer el séptimo mejor tiempo. El segundo cronometrado no fue demasiado bien, ya que un fallo inesperado, le hizo volver al box empujando la moto. Sin casi tiempo para hacer un buen puesto en la parrilla, Jesús consiguió engancharse a un numeroso grupo, logrando la decimotercera posición para la carrera del domingo.
Después de una mala salida, el Rubio consiguió contactar con el segundo grupo de carrera, intentando llegar al grupo cabecero, siéndole imposible por la intensa pelea de mas de diez pilotos, pasándose y repasándose. Tras una lucha a cuchillo, con multitud de adelantamientos, Jesús consiguió cruzar la meta en la undécima posición, no estando nada satisfecho con el resultado, ya que podía haber peleado por un top cinco.
Sin duda se trata de experiencias que, a lo largo de la temporada, van servirle para curtir su piel de gran piloto. Está corriendo un campeonato muy exigente en el que los detalles son muy importantes y no era un detalle menor el desconocimiento del trazado portugués. Sin embargo Torres solo tiene el tiempo justo de tomar nota y sumar lo aprendido. En el horizonte inmediato aparece una cita especial en un circuito emblemático, Montmeló en Barcelona. Esta vez conoce perfectamente el escenario y seguro que las prestaciones de la máquina y el creciente dominio del «oficio» del piloto, sumarán para dar un saldo positivo.
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