Tampoco esta vez pudo el Real Jaén con el Eibar, que inauguró así la segunda vuelta con una nueva derrota a domicilio que le sitúa, no obstante, en 16ª posición y con 28 puntos, uno sobre el descenso. Buen bagaje, en cualquier caso, para un equipo destinado a sufrir en la categoría. Que el presupuesto más bajo de la Liga ande, a estas alturas, fuera del descenso y a un paso de la zona media-alta es para celebrarlo y reconocer el mérito. De momento, el Jaén vive tranquilo y se permite el lujo de disfrutar de su aventura, pero partidos como el de ayer auguran tempestades.
Y es que, una vuelta después, al Jaén se le quedó la misma cara que cuando debutó en agosto. Volvió a bailar más y mejor pero, al final, fue el vasco quien se llevó a la chica. Primero, no supo aprovechar la superioridad numérica tras la expulsión de Arruabarrena en el 33’, capitán y baluarte de un Eibar que se adelantó, no obstante, con gol de Raúl Navas en el 40’. Y más tarde, al borde del descanso, el Jaén terminó por dispararse en el pie con la expulsión de Nando.
Pero tras la reanudación, el Real Jaén asumió el mando del partido y dominó hasta el final. Acaparó la posesión del balón y encerró al Eibar en su campo durante toda la segunda parte, silenciando al histórico Ipurua y sonrojando al tercero de la Liga, que no pudo sino atrincherarse y encomendarse a algún contragolpe. Pusieron toda la carne en el asador los de Herrero y merecieron el empate por juego y por empeño, sin embargo, el fútbol no entiende de méritos y ayer volvió a dejarlo patente. Cuando más cerca andaba el gol del Jaén, el Eibar montó una contra y finiquitó el partido en el 75’.
Otra vez, como ya sucediera en La Victoria, el Eibar se llevó tres puntos con dos zarpazos y es tercero, a un punto del líder. Orgullosos quedamos en Jaén de nuestra imagen y nuestra filosofía, pero ya lo dijo Simeone hace un par de días, “en la segunda vuelta los equipos ya no quieren jugar, quieren puntuar”, así que el Jaén tendrá que andar con cuidado para no quedarse, otra vez, con cara de póker.
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