Resulta difícil acudir a todos los frentes que tiene abiertos el Real Jaén. Lo deportivo urge por lo que representa de vía para retornar al espacio noble, que da derecho a pensar en el objetivo. Sin embargo si reparamos en la realidad institucional y económica caemos en la cuenta de que sin soluciones para esto, lo otro son ladridos a la luna.
El Real Jaén ha llegado a donde tenía que llegar. Está en un proceso de descomposición dolorosa y, si nadie lo remedia, irreversible. Se han dado todos los pasos necesarios para ello. Se han dado de forma paulatina y a la vista de todos. Silencio y complacencia. Ahora lo que queda es confusión y ruido. Siguen brillando, por ausentes, las soluciones reales. El horizonte no termina de arrojar ni un destello de esperanza. Mientras, la tragicomedia continua. Resulta patético ver como ahora hay rasgado general de vestiduras… a buena hora mangas verdes.
El domingo otro partido, otra obligación ineludible de victoria. En el banquillo un nuevo entrenador, Bernardo Plaza. Lo que ya ha demostrado es valor. Ojalá que traiga fútbol. Lo mismo no sirve para nada ganar o perder pero, mientras hay vida hay esperanza. Penoso.
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