Hoy por hoy si le preguntar a cualquier futbolero por la clave de la dinámica tan positiva en la que ha entrado deportivamente el Atlético de Madrid te dirá: el Cholo Simeone. “Son la extensión del Cholo en el campo, “juegan con la misma intensidad con la que lo hacía el Cholo” o “cuando veo al Atleti, veo jugar al Cholo” son frases que se pueden escuchar en cualquier bar durante un partido colchonero. Pues yo difiero en algo con toda esta gente. Actualmente el Atlético de Madrid no es un reflejo del Cholo sobre el campo, el Atleti juega con once Cholos.
Diego Pablo Simeone ha sabido transmitir su pasión por todo lo que hace de tal manera a sus futbolistas que la inmensa mayoría de ellos han aprendido que las cosas pueden salir o no, pero que poniendo esas ganas y ese ímpetu en cada acción del juego es muy difícil que el resultado sea negativo. Vemos como cada futbolista que sale al campo se deja la piel durante los minutos que pise el césped aunque sean solo tres.
Observamos como jugadores que se quedan fuera de las convocatorias hablan de aprendizaje y de la necesidad de un mayor trabajo y esfuerzo para conseguir hacerse un hueco en el grupo. Todos saben que de un solo entrenamiento depende el saltar de la grada al once titular y viceversa. Al argentino no le tiembla la mano a la hora de sentar a cualquier jugador y esto hace que el nivel de competencia y autoexigencia que se da en la plantilla sea uno de los más altos del mundo.
El Atlético de Madrid se ha convertido en una familia en la que más de veinte “Cholos” se mejoran unos a otros mediante la disputa sana por el puesto. Desde el sacrificio, la humildad y el esfuerzo este equipo está consiguiendo cosas maravillosas gracias a que no solo los jugadores juegan con los valores de su entrenadore sino que ya los han aceptado, y los defienden, como propios.
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