El Real Madrid tiene un serio problema de identidad. La tarde no podía haber estado mejor dispuesta para el fútbol. Sol, terreno de juego en perfecto estado, estadio para ilusionar y una oportunidad de redimirse ante los ojos del mundo pero el Madrid ha vuelto a naufragar en sus dudas. Cuando tienes un equipo como el Athletic delante y más ahora con la motivación de ser finalista de Copa es un suicidio salir sin las cosas claras.
El Madrid hace mucho tiempo que dejó de ser el equipo temido por toda Europa a convertirse en un mar de nervios cada vez que el ambiente aprieta como es el caso de la afición de los leones. Aduriz, pese a sus 34 años, sigue dando lecciones sobre el campo y es imprevisible dentro del área. El delantero salió con ganas por el rival que tenía delante y por su afición que le empujaba en cada remate que intentaba. Casillas poco pudo hacer ante el impecable cabezazo del delantero que desató la locura de la grada rojiblanca.
El Madrid lo intentó pese a todo, Marcelo se incorporó por su banda y la calidad de los jugadores hizo el resto pero no lo suficiente. Hace tiempo que eso no es suficiente para sacar adelante los partidos. En la segunda mitad el equipo fue otro, Cristiano y Benzema rozaron el empate para la suerte no jugó a su favor esta vez. Aparte de la suerte hubo otro hombre encargado de desquiciar a la delantera madridista: Gorka Iraizoz.
El Athletic se aprovechó de ver la herida de su rival y se gustó. Iñaki Williams levantó la ovación del público con mucho merecimiento, ejerció de faro guiando a su equipo entre los hombres de blanco. La falta de ambición se hizo notar en los hombres de Ancelotti que con esta derrota deja en bandeja el liderato al Barça si gana su partido con el clásico en el horizonte.
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