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El Real Jaén y Tomás Membrado en su laberinto

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La ignorancia, cuando se aliña con rabia, incompetencia y desorientación, suele llevar a la fosa de los desesperados. A ninguna parte. A partir de ahí todo es caos.

El Real Jaén lleva instalado ahí varios años. Tomás Membrado, por dejadez, osadía, impericia o mala fe, ha conseguido que una estructura social y deportiva que ha resistido casi todo, esté a un paso de desaparecer.

Es imposible recordar una situación parecida a la que vive el club en este momento. La descomposición institucional y el descrédito son tales que no hay ejemplos ni cercanos ni remotos. La situación económica es terrible pero nunca ha tenido el Real Jaén una buena salud en esa materia. Es una enfermedad crónica. Sin embargo jamás se ha alcanzado un nivel tan paupérrimo ni se habían emitido señales tan escandalosas como vergonzantes, no solo para el club, sino para toda la ciudad.

Los jugadores, desde hace muchos meses, se lavan su ropa. No se duchan porque  prefieren el sudor a la inmundicia o, sencillamente, porque no hay agua. El estadio huele a podrido. Los servicios son focos de infección. Los vestuarios una trampa para la salud y el conjunto general un disparate sanitario que debiera estar, hace ya mucho tiempo, clausurado. 

Jaén invierte muchísimo en proyectar su imagen al mundo como destino y en El Estadio de La Victoria se desmonta cada jornada esa imagen y se cambia por una del tercer mundo. Se recibe a equipos, este año a dos de Primera División, que se marchan con una imagen capaz de espantar al más voluntarioso viajero. Los deportistas son los mejores prescriptores, los que llegan a más gente. Por desgracia salen de Jaén oliendo a basura, con una pinza en la nariz y deseando dejar una instalación que nos representa a todos. Esto lleva pasando muchísimo tiempo y, lo peor, es que parece que todo el mundo lo asume como si solo fuera un tema del Real Jaén.

Está claro que Tomás Membrado no tiene soluciones. Si quiere hacerle a Jaén y al Real Jaén un favor y no pasar a la historia como el desastre que arrasó a una entidad casi centenaria, debe irse hoy mejor que mañana. No merece la pena que siga manchando su imagen con maniobras, erradas, sin sentido y propias de bufones de otro tiempo.

Es mejor, mientras pueda hacerse, asumir la situación y tender el puente por donde él debe salir y otros deberán llegar para tratar de, a partir de ahora, apuntalar las ruinas y salvar lo que se pueda salvar. Este sería un gesto de servicio y humildad. Ojalá a Membrado le quede el punto de lucidez necesario y salga de ese empecinamiento que no beneficia a nadie y perjudica a Jaén y al Real Jaén. Si él, por propia iniciativa, no lo hace y tiene algún amigo, debería aconsejarle que lo haga.