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Fernando Campos: «Lo que pasó en Porcuna lo asumo. Ni me molesta ni me sorprende, lo sabía»

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Fernando Campos maduró muy pronto. Ser futbolista te coloca delante de universos singulares. Unos te dejan rozar el cielo con los dedos y otros te recuerdan, a veces sin piedad, que eres absolutamente humano. Salir de una u otra situación sin descomponerte tiene mucho que ver con la personalidad, el carácter y quizás la suerte.

Campos transitó por esos dos mundos siendo muy joven, demasiado joven. Casi juvenil ya conoció los fogonazos de la popularidad, la buena racha deportiva y la satisfacción de jugar, por derecho propio, en el primer equipo de su ciudad, el Real Jaén. Sueño cumplido. Sin embargo, en un arco breve de tiempo, vio como el maleficio, en forma de lesión, se hacía presente para condicionar el resto de su vida deportiva.

A partir de ahí comenzó a recorrer un camino en el que como ahora, a modo de confinamiento, Fernando iba consigo mismo. Solo. Había muchas personas a su alrededor pero él ya estaba en la construcción de su “ciudad interior”. Es inteligente y las horas de reposo absoluto con una rodilla cosida como antes se cosían las rodillas, le ponían a diario ante un espejo en el que se reflejaba todo. Las semanas le dieron para manejar materiales de optimismo, de preocupación, de rabia, de ilusiones o de miedo.

Todo aquello vino a hacer de Campos una persona que, desde entonces, ni comulga con ruedas de molino, ni regala halagos ni se deja impresionar por ellos. Es permeable con quien considera que debe serlo. Inflexible ante lo injusto y capaz de cualquier cosa si lo dicta el corazón. Este, quizás, es su talón de Aquiles pero lo sabe y los acepta.

Empezó la temporada 19/20 como entrenador del Porcuna, equipo del Grupo IX de la Tercera División al que había ascendido la campaña anterior. A mitad de temporada fue cesado. 

¿Cómo crees que se resolverán finalmente las competiciones desde Tercera hacia abajo?

«Nadie lo sabe en este momento. Hay dos niveles distintos. Dos formas de verlo que puedes compartir o no pero que están ahí. Creo que las cosas se deben ganar o perder en el campo. Es lo justo y es lo que debería ser. Sin embargo estamos en una situación excepcional y cada uno va a mirar por sus intereses. Los organismos competentes serán pragmáticos. Van a tomar decisiones que nos van a gustar más o menos y que, además, se van a tomar con unas elecciones en la Federación Española, como telón fondo para las medidas que puedan adoptarse. Ese es otro elemento que viene a  poner todo bajo la lupa de las dudas. Los que están arriba quieren resolver pronto y de la manera más favorable para sus intereses y los que de abajo, si no hay descensos, van a ser ganados para la causa de esas elecciones con más facilidad. A partir de ahí todo será una cadena que no sabemos cómo puede terminar».

¿Has tenido tiempo de analizar lo que pasó en Porcuna?

Lo que pasó en Porcuna, sabía que podía pasar desde el verano. No fue una sorpresa. Vengo de lejos en esto del fútbol. Las cosas que me han pasado las asumo plenamente como mías porque, en esto, es complicado que alguien me engañe. Yo vi, perfectamente, que lo que se estaba haciendo podía llevarnos a situaciones como las que después se dieron. Dicho esto no tengo nada que reprochar a nadie. Vi el problema. Vi las posibles consecuencias y, pese a tener claro que lo más sensato podía ser una retirada a tiempo, me embarqué. Me pudo el corazón y lo que me gusta el fútbol por eso yo soy el único responsable de mis errores. No acostumbro en mi vida a girar la cabeza buscando culpables por cosas que yo decidí hacer libremente.

¿Te molestó que se mirara el céntimo en verano y que después hubiera dinero para hacer hasta nueve fichajes?

Ni me molestó ni me sorprendió. De alguna forma lo sabía. Este tipo situaciones las he visto muchas veces. El fútbol profesional tiene unos criterios,  que tampoco te aseguran nada, pero que te permiten establecer una hoja de ruta más equilibrada. En los equipos modestos o modestísimos, la organización es otra y la toma de decisiones tiene una serie de peculiaridades que te obligan a conciliar necesidad, oportunidad, prudencia y, muchas veces, una paciencia generosa. La directiva siempre supo lo que yo pensaba y lo que necesitaba el equipo. Pese a todo me quedo con la imagen que dimos, sobre todo, ante los equipos más fuertes. Ahí la clave estuvo en momentos, en detalles y, como es lógico, en una diferencia  abismal de presupuesto pero, curiosamente, contra  Antequera, Linares, Ejido o Jaén pudimos conseguir los puntos que nos hubieran dado la tranquilidad. En cuanto a lo de los fichajes de invierno, creo que todo es consecuencia de llegar a un punto en el que se quiere hacer lo que no se hizo pero, cada cosa debe hacerse en su momento. Las prisas, las urgencias no son buenas para asuntos que requieren cálculo, frialdad y conocimiento. Yo lo tengo claro, espero que allí también hagan autocrítica pero, ya lo he dicho, de lo mío respondo yo. Sin problema».

¿Cómo interpretas la situación que vivimos y el frenazo general que ha dado la humanidad por el coronavirus?

Tengo la sensación de que no estábamos preparados. No había conciencia de que una cosa así pudiera pasar en un mundo que iba a toda velocidad. Era como si fuéramos indestructibles pero la naturaleza parece que tenía una idea diferente. Hay muchas teorías que quieren explicar lo que está ocurriendo. Hay, eso está claro, una guerra por la salud y la supervivencia pero se está desarrollando un conflicto económico cuyas consecuencias no conocemos todavía pero que puede tener efectos durísimos para una parte grande de la sociedad. Como siempre es parte es la que corresponde a los más desfavorecidos. La brecha, si no se hacen bien las cosas, va a ser enorme y va a hacer muy difícil la vida de millones de personas. La naturaleza nos ha demostrado que incontrolable. Es una aviso serio».

¿Crees que esto cambiará, en adelante, la mentalidad del ser humano?

Me gustaría ser optimista en esto y decir que sí, que hemos aprendido una lección y que saldremos con ideas y comportamientos nuevos y mejores. Me gustaría, pero creo que eso puede ocurrir durante un periodo concreto de tiempo pero, por desgracia, no será para todo el tiempo. Ojalá me equivoque pero la cabra tira al monte y, pasado esto, tengo la sensación de que no hay base para ser tan optimistas. Espero que no falte mucho para verlo.

El fútbol siempre será mejor si Fernando Campos está en activo pero muchas veces el desgaste es superior a las posibles recompensas. Ese juego de compensaciones solo lo puede manejar quien las sufre o las disfruta. Fernando tiene la piel dura y la vocación intacta. Volverá pronto.