Mientras tecleo estas palabras, Modric sigue corriendo, y lo seguiría haciendo aunque tuviese veinte años más y estuviese en edad de tener nietos. No paró un segundo en todo el partido y cuajó una actuación extraordinaria, decisiva para que el Real Madrid tuviese momentos de dominio tiránico, incluso despótico, al inicio de la segunda mitad. Esto no se tradujo en goles, y los blancos vieron peligrar su victoria con el empuje final del Levante. Pero apareció, como otrora, un gran Courtois.
La primera contienda, mucha más tediosa, volvió a dejar al Real Madrid de la Nueva Normalidad: eficiente, aguerrido, aburrido. Pero le valió para adelantarse en el marcador. Vinicius Junior tuvo un minuto y medio para pensar donde tiraba la pelota, y no erró en el tiro. No es muy alto su porcentaje de acierto, como es bien sabido, pero al dejarle tanto tiempo para pensar, no tuvo problemas en pegarla a la escuadra y adelantar a su equipo. Tuvo, de hecho, alguna que otra más para anotar. Pero Vinicius volvió a ser Vinicius de cara a puerta y echo el esférico fuera cuando lo más fácil era empujarla a la red.
Pese a todo, junto a Modric, Vinicius fue el más determinante de su equipo, y siempre causó problemas a la zaga levantina. En la otra banda, Asensio sigue reencontrándose, más «Ausencio» que nunca. El segundo y definitivo lo anotó Benzemá en el 94, cuando los granotas estaban ya volcados en pos del empate.
Quedan buenas sensaciones para los blancos, pese a la mejoría que aún se presupone, tras el partido en el estadio de la Cerámica de Villarreal, donde juegan los levantinos por las obras en su estadio. Podría decirse, pues, que el estadio era neutral, algo que no parecía por momentos, con los intentos gritos que llegaban desde la grada levantina. Ante el partido de FC Barcelona y Sevilla, los blancos se sitúan líderes de la Liga.
Fotografía: Realmadrid.com
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