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Luis Enrique, condición y presentación

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España dejó el Mundial de Qatar. Martes 29. Tarde de las que pasan al universo aciago de la Selección por derecho propio.

A mí me gusta el fútbol. Vivo del fútbol y lo respeto no como lo que me da de comer, lo respeto como a lo que amo. Esa es la razón por la que me incomoda no sentirme mal. Por primera vez en toda mi vida, incluida la época Clemente, me he notado lejos de lo afectivo, de lo que me conmueve y hace que me alegre o que sufra a partir de un resultado de España. He escrito y he hablado sin vinculación, ni una poca.

Hay personas que se han alejado porque no había suficientes madridistas o otras a las que no les gustaba el perfil catalán de Luis Enrique. Esas personas tenían una razón clara, yo no.

En lo deportivo nada que decir. Todo es relativo. Luis Enrique hizo su equipo y con él se ha vuelto sin pisar la zona noble. Era su elección y al elegir asumió el riesgo. Me da igual que haya dos o ninguno del Real Madrid y que tenga inclinación hacía lo culé o lo catalán. Eso me da lo mismo. 

Llevo tres días poniendo en orden mis ideas y he llegado a la conclusión de que lo que me pasaba con Luis Enrique es que su presentación me desconectaba de todo lo demás.

No conozco a la persona por lo que, de su condición, nada que decir. Sin embargo, su presentación, su forma de dirigirse a los no participes de su idea ha sido para mi una fórmula iconoclasta, cuartelera a veces, jocosa en ocasiones, cuando lo jocoso blinca la línea del mal gusto y, sobre todo, él ha sido incapaz de asumir que era Seleccionador de todos y que su labor con la obra y la palabra, además de conducir al éxito, debía procurar la unidad para sostener el proyecto lejos de sobresaltos y no ir por ahí, cómo si él y su grupo fueran un especie amenazada. Eso también va en el cargo.

Lo que me pasaba con el exseleccionador nada tenía que ver con el fútbol, el fútbol se explica solo. Lo que me ha echado de la Selección ha sido la distopia de Luis Enrique al que, por lo demás, le deseo lo mejor ahora y siempre.