Luis de la Fuente ha superado la desconfianza aparejada a su nombramiento y el error no forzado de los aplausos a Luis Rubiales. La desconfianza va a ir desapareciendo a medida que los resultados despejen el camino. Lo de los aplausos va a ser más difícil. Lo explicó, pero hay cosas que son inexplicables. De todas formas se trata de fútbol y el fútbol, a veces, se parece a un agujero negro para suerte y/o desgracia de los protagonistas.
La España que vimos ante Noruega no fue brillante pero puso de manifiesto una suficiencia futbolística capaz de sujetar un partido que, con Erling Haaland en el campo, se podía volver indigesto en cualquier momento. Notable.
A falta de exquisiteces España puso sobre el campo una dosis generosa de compromiso, acierto defensivo, solvencia en la medular e insistencia en ataque necesitada, eso si, de mayor claridad rematadora.
Hay un grupo definido y con un nivel de autoestima altísimo. El título reciente de la Liga de Naciones y la clasificación para la Eurocopa, sellada a falta de dos partidos para que concluya esta fase son argumentos que, junto la calidad de los jugadores que está usando Luis de la Fuente, animan a confiar. Para hacernos soñar deben hacer algunas cosas más y mejor.
El pasado ya no existe y el futuro no sabemos qué va a traer. El debate es la salsa del fútbol pero me apetece saborear el momento presente del combinado nacional porque gana, que no es poco.
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