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El Fútbol Base y el ‘mercado’ de fichajes

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Ahora que terminan las ligas provinciales y el calendario apura las últimas semanas de la temporada, el fútbol base jienense alcanza su punto de ebullición y comienza el trasiego de niños de unos clubes hacia otros. Es algo que he descubierto no hace mucho, y reconozco que tampoco imaginaba la rivalidad que puede llegar a existir entre unos y otros por retener o incorporar a una joven promesa. Ni la imaginaba, ni la entiendo.

Aunque el principal objetivo que debe marcarse el fútbol base es el de formar personas a través de valores deportivos, lo cierto es que todos los equipos federados están inmersos en diferentes competiciones que van midiendo sus progresos a lo largo de todo el año. Porque la competición, aunque hay quien puede opinar lo contrario, también es formativa.

El niño que compite trata de superarse día tras día para entrar en una convocatoria o tratar de superar al equipo rival; aprende a ganar y a perder, a superar una derrota o a respetar al vencido. Aprende que unir fuerzas es mucho mejor. El niño, que en casa es protegido siempre por los padres y siente que es el centro del universo, en el equipo de fútbol comprueba que es uno más del grupo, que todos somos importantes pero nadie es imprescindible. En la competición llegan las primeras decepciones para un niño, como por ejemplo, un partido que se pierde, una convocatoria a la que no está citado o una mala actuación. En estas decepciones, el niño aprende que debe crecerse ante la dificultad, no tirar nunca la toalla y seguir caminando hacia adelante. Levantarse tantas veces como tropiece. O puede aprender, también, que sólo con esfuerzo y sacrificio se pueden conseguir los objetivos que uno se proponga. La competición es la vida misma adaptada a sus inquietudes. Es necesaria.

Pero no nos desviemos del tema. El caso es que los clubes, en su afán por competir cada vez mejor, tratan de mejorar sus equipos temporada tras temporada, ya sea mediante la formación de sus propios niños o incorporándolos desde fuera. En este sentido, me hace gracia cuando los adultos se enfadan unos con otros cuando intentan fichar a un crío. No entiendo por qué un entrenador no puede hablar con el padre de un niño o con el propio niño para llevarle a su equipo. Los niños no son de nadie y estarán siempre donde quieran estar. Si logras convencer a los padres de tus jugadores de que eres el mejor educador para su hijo, maravilloso. Pero los padres son libres de llevar al crío donde plazcan, y por eso no deben de enfadarse las personas adultas. Hagamos nuestro trabajo lo mejor posible y que ellos decidan libremente si compiten contigo o contra tí. Sólo son niños y hablamos de educación. Esto no es un mercado.