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Fútbol, alpinismo, valores.

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dhaulagiriAntes de iniciarse la eliminatoria, Lleida y Real Jaén guardaron este domingo un minuto de silencio en memoria de Juanjo Garra, fallecido el pasado 28 de mayo en el Himalaya. El alpinista ilerdense formaba parte de una expedición integrada por Enrique Osiel (que descendió antes del accidente), Lolo González, el propio Juanjo y un sherpa, quienes pretendían hacer cumbre en el monte Dhaulagiri, a 8.167 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, a pocas horas de alcanzar la cima, Juanjo sufre un resbalón al intentar superar una plancha de hielo y arrastra al sherpa Keshap, con el que iba encordado a unos tres metros de distancia. Ambos se deslizan pendiente abajo hasta que consiguen parar en una zona de nieve. Juanjo se rompe tibia y peroné a la altura del tobillo.

A partir de los 7.300 metros de altitud, la vida humana es incompatible debido a la baja presión atmosférica, que hace que al sistema respiratorio le sea muy difícil encontrar el oxígeno disponible para respirar. Esto genera el famoso mal de altura, que puede provocar edema cerebral y pulmonar. A esa altura sólo es posible adaptarse durante un tiempo limitado, ya que no se llega a compensar el gasto de energía durante el tiempo de reposo. Es la llamada Zona de la Muerte. El alpinista empieza a sentirse muy fatigado, no puede dormir, se marea y aparecen las náuseas y los vómitos; si no desciende inmediatamente a cotas más bajas, la situación del organismo se agrava hasta el punto de producir la muerte por edema cerebral o pulmonar.

Pues bien, Juanjo Garra cayó lesionado a poco más de 8.000 metros y le fue imposible desplazarse por sí sólo. Sus compañeros Keshap y Lolo consiguen bajar a Juanjo unos pocos metros, pero comienza a oscurecer y a nevar. La noche, el frío, y las horas expuestos a esa altitud ponen en peligro la vida de los tres montañeros, así que deciden que Lolo y Keshap deben descender al Campo 3 (7.200m) para hidratarse, recuperar fuerzas y subir cuanto antes una tienda y material de primeros auxilios hasta la posición de Juanjo. Para entonces, ya habían informado al Campo Base y se había iniciado una operación de rescate coordinada por Sebastián Álvaro. A una hora indeterminada, en plena noche y sin avisar a Lolo, Keshab decide regresar junto a Juanjo, convencido de que lo puede cargar y bajar. Lolo sale en su busca y, en la oscuridad y con la huella perdida por la nevada, se ve obligado a hacer un vivac sin equipo (refugio en la nieve) a 7.500 m. Entre tanto, Keshab llega hasta Juanjo y se queda junto a él.

juanjo garraJuanjo Garra y el sherpa Keshab pasan cuatro días y tres noches a 8.000 metros y al raso: sin saco, tienda, botellas de oxígeno ni hidratación suficiente. Sebastián Álvaro consigue localizar a Ferrán Latorre y Alex Txikon, otros españoles que están en el Everest (a 300 km del Dhaulagiri) y que no dudan en coger un helicóptero y poner rumbo hacia Juanjo. Sin embargo, no llegan a tiempo y sólo alcanzan el Campo 3. Quienes sí llegan hasta Juanjo (aún con vida y agonizando) y Keshab son dos sherpas que se encontraban en el Campo Base, pero los primeros auxilios son inútiles y Juanjo Garra fallece definitivamente. Keshab, con síntomas claros de edema cerebral y al límite de la muerte, logra bajar junto con los dos sherpas y salva su vida. Los restos de Juanjo Garra descansan a cien metros de la cumbre del Dhaulagiri.

Aunque el rescate no fue posible, el alpinismo ha vuelto a dar otra lección de valores en el deporte. Ese minuto de silencio en el Camp d’Esports de Lleida recordó a la persona de Juanjo Garra pero reconoció, también, el valor, compañerismo y solidaridad de unos deportistas que no dudaron ni un instante en jugarse su propia vida por salvar la de un amigo.