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Afición sin condición

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afición malagaEl malaguismo está en alza. Vive el aficionado raso del Málaga en total comunión con el equipo. Da igual que se hayan marchado todas y cada una de las estrellas que hicieron tocar con la yema de los dedos la miel de unas semifinales de Liga de Campeones – ¿quién sabe cuál hubiera sido el techo de aquel equipo? – da igual que la UEFA no haya permitido que se disfrute lo que se ganó en el campo, da igual que los fichajes no convenzan, bien por desconocidos bien por poco contrastados, da igual que el jeque lleve casi un año sin aparecer por la remozada Rosaleda, el malaguismo no tiene límite.

Hace tan solo unos instantes el malaguista raso, el de a pie, ha cogido su bufanda, su camiseta y se ha plantado en el estadio La Rosaleda para, tras una calurosa espera haciendo cola, ver a los jugadores que defenderán su escudo este ejercicio liguero. Su misión: dar color y calor al equipo en uno de los pocos entrenamientos a puerta abierta que concederá Bernd Schuster durante la temporada, demostrar que no existen condiciones. Los jugadores pasan, el malaguismo por fin lo aprendió.

Tan genial como espontáneamente tribuna baja se ha visto invadida por una troupe de malaguistas que se han puesto sin dudar a cantar, aplaudir y en definitiva a animar. En fondo, su sitio habitual, el Frente Bokerón desplegó una pancarta y dio aún más ambiente al estadio. Pareció un partido. Que sea uno de agosto, que sea Málaga y que sean las 19:00 horas no han importado a una afición que ha sido un ejemplo de compromiso, dentro y fuera del campo, en numerosas ocasiones.

La Rosaleda, con una asistencia media de cerca de 27.000 personas, ha sido uno de los estadios que ha presentado mejores registros esta campaña – viene siendo habitual en las últimas temporadas – amén de ser uno de los estadios con mejor ambiente de fútbol de una Liga BBVA que pierde aficionados cual grifo abierto desperdicia la valiosa agua.

El Málaga ya tiene lo que el jeque no podía comprar, a la afición. No es nuevo. Hombres como Ben Barek, Aguilar, Fernando Puche, Sanz, Dely, Basti, Valcarce, Sandro, Miguel Ángel, Basti o Guede ya plantaron mucho antes esta semilla del malaguismo que ahora, tras una temporada de ensueño, ha germinado de manera que la ciudad respira lo que durante años pareció muerto. Pasen y vean.