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Extraña tensión entre el Real Jaén y las instituciones

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ascensoEl presidente del Real Jaén anuncia que, si no se actúa sobre las instalaciones de La Victoria y no se le libera a la entidad de ciertos tributos, el equipo se puede ir a jugar a otra parte la próxima temporada. El reto es grave. El Ayuntamiento responde, con una dureza a la altura del reto:  hay otras prioridades y se pregunta que, si los jugadores ascendieron y el Ayuntamiento asume ciertas responsabilidades, qué papel juega el Consejo de Administración.

Muchas certezas debe manejar el presidente para lanzar este órdago a las instituciones. Hasta hace muy poco, Rafael Teruel, llamaba a la puerta del Consistorio pidiendo ayuda para cerrar el acuerdo con el Ministerio de Hacienda. Un mes después acusa de trato poco favorable a las instituciones doliéndose de que, en otros lugares, los clubes son mimados por los regidores públicos.

La postura del máximo rector del Real Jaén da la impresión, conociendo algunos detalles del proceso que ha llevado al club a tener un Estadio Viejo con doce años, que debe ser respuesta a unas conversaciones privadas que no han surtido efecto. Lo del rábano por las hojas o la presión pública, sin diálogo, no sería una  buena estrategia. Lo cierto es que el Ayuntamiento ha respondido como un rayo y con pocos paños calientes. No se presenta un panorama cómodo para nadie. Las instituciones, Epsa y Ayuntamiento, soportarán la incómoda sensación de ser juzgados por la masa social que respalda al club y el club estará quemando puentes, esos que usa cada principio de temporada para unas cosas o para otras.

Los tiempos han cambiado y la clase política, realidad obliga, es mucho más sensible con lo social que con lo deportivo. Cuando había dinero, a regañadientes, se asumían gestiones y se salvaba siempre al equipo. Hoy, esto sería imperdonable. Hay mucha necesidad básica, mucha gente hundida en la miseria y se debe hilar muy fino. Toda prudencia en el manejo de estos temas es poca. Hay asuntos que pueden resultar obscenos según cómo y de qué manera se traten. La insensibilidad y el desapego en relación con la realidad, ha llevado a la clase política a aparecer como uno de los principales problemas de España. No pueden ceder ante retos públicos como el planteado por el Real Jaén. La cosa no es tan fácil y en el choque solo habrá víctimas. Es de suponer que todos conocen ese riesgo y que asumen sus consecuencia. No se puede ser una cosa y la otra y menos por las bravas.

Me faltan muchos datos y debo ser prudente a la hora de emitir un juicio pero, sea como sea, la confrontación pública y el órdago es un camino demasiado abrupto. Estoy seguro de que hay una línea del discurso que esconde algo más. La distancia me impide, de momento, verlo pero hay más de lo que se ha dicho. Seguro, y se sabrá.

Además de tener o no razón hay que tener prudencia en el manejo de los tiempos y de los términos. No ayudar al Real Jaén hace diez años era insolidario y poco entendible por la opinión pública. Hacer hoy ese mismo movimiento puede ser calificado de la misma manera, insolidario y poco entendible, habiendo tantas familias por debajo del umbral de la pobreza.

Las palabras, el diálogo y el sentido común deben regir y, si es posible, reconducir este desencuentro. Ni al Real Jaén le puede interesar una ruptura con las instituciones ni las instituciones deben dejar de estudiar fórmulas para paliar algunas cosas que son importantes. Prudencia. Además, dentro de poco más de un año, todo será diferente y no hablo de ascensos o descensos. Estaría bien enfriar el asunto y no echar leña al fuego. El fútbol y la política están obligados a entenderse. Estos no son buenos tiempos para la épica. Hay que hablar.