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Honrarás a la Copa

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El partido entre Atlético de Madrid y Valencia parecía una sorpresa y acabó siendo un regalo. Era difícil adivinar cómo respondería el equipo che a las grandes exigencias de los pupilos de Simeone. Al final se vivió un encuentro vibrante y divertido. De los que hacen afición al fútbol. Donde veintidós hombres lucharon en nombre de su equipo, honrando a la copa. El empate es el resultado justo. Helder Postiga  consiguió en el último minuto de juego un gol que ponía las tablas en el marcador tras el tanto de Raúl García.

A pesar de salir con onces de media etiqueta, ningún equipo regaló nada. Ni un metro, ni un centímetro. La rigidez táctica que ambos conjuntos demostraron (unos por el hecho de defender sin balón y los otros por hacerlo con él en los pies) no evitó que el público disfrutara. No por ocasiones, pero sí por cada pequeño roce, cada mínima pugna.  Porque los dos jugadores, tanto rojiblancos como blanquinegros acudían al quite con decisión e inteligencia. Era un partido entre dos equipos muy seguros de sí mismos, unos por sus resultados pasados y otros por un nuevo entrenador.

El Valencia había manejado el balón mientras el Atlético esperaba agazapado para contragolpear. Sin mucha fortuna. Sólo Raúl García había hecho trabajar a Guaita. Así que Simeone había dado entrada al campo a Arda Turan y al Cebolla Rodríguez. Corría el minuto 27 de la segunda parte. Ricardo Costa dejaba salir un balón por la línea de fondo. El árbitro pita córner y el portugués se lleva las manos a la cabeza. El saque de esquina vuela a los dominios del meta valencianista, pero erra el despeje y el balón le cae besado del cielo a Raúl García para que abriera el marcador. Aprovechando el único fallo valencianista.   El Atlético le da siete bocados a un cañamón, o a una palomita, que es más moderno.

Es duro para un portero ver como todo tu trabajo se olvida con un fallo. Más duro aún cuando el meta rival hace lo contrario y, en lugar de condenar a su equipo, lo salva. Courtois salvó al Atlético Madrid tres veces antes de que Helder Postiga empatara el encuentro. Es la magia de ser delantero. Acabar con lágrimas en los ojos cuando marcas un gol in extremis. Todos los errores anteriores olvidados por un acierto. Es difícil explicar el partido del portugués sin ser hiriente. El Valencia deberá apelar a otros nombres propios si quiere seguir vivo en la Copa, nombres como Feghouli o Bernat, que volvieron a demostrar un grandísimo nivel. Sea como sea, dentro de una semana quedará un equipo menos para honrar a la copa.