En el encuentro de la vigésimo octava jornada liguera, Elche CF y Real Betis Balompié han empatado (0-0) entre la apatía y la somnolencia general. Aunque ambos equipos contaron con ocasiones claras de cara a gol, en ningún momento hubo una apuesta decidida por lanzarse al ataque.
A estas alturas de temporada, el miedo a perder encuentros decisivos termina por conducir a empates vacíos en los que mantener la portería a cero es el objetivo principal. En el Martínez Valero, unos y otros prefirieron resguardarse del rival en vez de lanzarse a por él.
El Betis cedió pronto la iniciativa a los locales, intentando temporizar el juego para no sacar a relucir las carencias físicas tras la resaca del derbi europeo. El Elche, que por su parte se mostró decidido a tomar las riendas, pronto descubrió que sería difícil romper el entramado defensivo verdiblanco. La primera mitad sirvió para que ambos tomaran conciencia de sus roles, mientras el reloj corría.
Para cuando al Betis comenzaron a acumulársele los lesionados en la banda, la misión ya estaba decidida. El carrusel de bajas del lado bético comenzó con Didac Vilà, al que vino a sustituir Caro. El canterano, como si de una carrera de relevos se tratara, tomó con firmeza el testigo y pocos minutos después también cayó sobre el césped. Mientras tanto, en el otro extremo del campo se lastimó casi al unísono Leo Baptistao. El doctor cobrará horas extra.
A Gabi Calderón, también desbordado, sólo le dio tiempo de mandar a tapar huecos en la defensa a Antonio Amaya. Entre un parón y otro, Cedrick lanzó carreras por el costado izquierdo, superando a sus oponentes con facilidad y errando en la resolución como acostumbra.
Con la reanudación, el Elche se apuntó a los infortunios con la lesión de Manu del Moral, el colegiado Álvarez Izquierdo se obligó a ser protagonista en alguna acción esporádica para tener sus minutos en los resúmenes de El Día Después y la bota de N’Diayé intentó huir despavorida ante tanto sinsentido.
Hasta el final, los atacantes intentaron zafarse de sus marcadores cuando no miraban en contraataques fulgurantes. Las emboscadas tuvieron nulo efecto, aunque en una y otra portería el gol estuvo a tiro de piedra. El reparto de puntos, que no deja satisfecho a ninguno de los bandos, terminó confirmándose como el premio merecido para lo visto sobre el campo. Un partido insulso.
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