El fútbol está por encima de los sentimientos particulares. Es y se produce de manera que jamás deja a nadie contento. Su esencia le impide dar todo a todos. Sin embargo ha permitido que un equipo como el Real Jaén, con el presupuesto más bajo de la categoría, haya jugado a dos puntos de la Liga de Ascenso y fuera de los últimos puestos mucho tiempo. Son milagros fugaces, alegrías transitorias y espejismos que hacen más dura la realidad, cuando la realidad se nos viene encima. Ahora, consumado el peor pronóstico, resulta un poco triste comprobar cómo se producen los comentarios y las sentencias.
El equipo ha jugado, con sus armas, al límite. Un conjunto con las carencias del Real Jaén ha rozado el milagro- le han sobrado diez minutos – de salvar la categoría. Si hubiera pasado nadie habría usado los recursos ocasionales que ahora brillan para afear al equipo y al cuerpo técnico. Ojalá me equivoque pero la próxima temporada este conjunto, que reventó en el campo, volverá a tener únicamente ese puñado de fieles que lo vieron en Tercera y que lo han seguido cuando la Segunda B era más negra. Es dura la derrota pero mucho más duras son las interpretaciones ventajistas, de los que solo saben ganar y explican todo a partir de un gol o en ausencia del gol.
El fútbol es de las pocas materias que se pueden interpretar de manera radicalmente distinta por algo que ocurre en una décima de segundo. Es la insoportable crueldad del gol. Espero que el Real Jaén sepa reinventarse y no tenga que pagar algunos excesos verbales que, para mí, sobraron, ni el abandono de una grada que, como todas, salió desairada y entre llantos. Lo único cierto y de lo que no me cabe duda, es que el fútbol le devolverá al Real Jaén lo que le ha quitado y será más pronto que tarde.
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