Inicio Mundial Brasil 2014 Neuer libera a la Alemania pop

Neuer libera a la Alemania pop

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NeuerAlemania vence en la prórroga a Argelia para lograr su clasificación a los Cuartos de Final del Mundial de Brasil. La selección africana plantó cara durante todo el encuentro al equipo de Joachim Löw y sólo se quebró en el tiempo extra.

Manuel Neuer, como cada tarde previa a un partido, llegó al vestuario de la selección alemana para enfundarse una camiseta diferente a la de sus compañeros así como un par de guantes grandes y llamativos. El portero, encargado de defender los tres palos locales y dominios adyacentes sobre el terreno de juego, es una anomalía de por sí.

En el choque de Octavos de Final disputado en Porto Alegre, el guardameta del Bayern de Múnich se propuso romper con todo aquello para recuperar una figura casi extinta en el mundo del fútbol. Tan sólo le faltó pedir al banquillo camiseta blanca como la de sus compañeros y dibujar un cinco a mano en la espalda para confirmar su reconversión. Manuel Neuer, ayer, fue líbero. En la Alemania pop de Löw, el antídoto para evitar la debacle no pudo ser más contracultural.

Esta Mannschaft es hoy un compendio de variantes novedosas y arriesgadas que, si bien cuenta con futbolistas capaces de cumplir el cometido asignado por extravagante que sea, suele emborronarse en el campo de las ideas. Ante Argelia le sucedió, y únicamente los ajustes en el tramo final del encuentro recondujeron su suerte.

Pero hasta entonces aún quedaba mucho. Demasiadas dudas en la salida de balón entre Boateng, Mertesacker, Höwedes y Lahm, muchas puntadas sin hilo de Schweinsteiger, Kroos u Özil y desbarajustes defensivos aquí y allá ante los contraataques argelinos.

Y fue ahí, en las carreras a gol de la selección del norte de África, donde Alemania pudo salir derrotada y avergonzada. No fue así, gracias a Manuel Neuer, y para entonces sólo les quedó crecer espoleados por la historia y por Thomas Müller, que ya es parte de ella.

khediraHasta diecisiete veces tocó el portero teutón el cuero lejos de su área, acudiendo al achique a espaldas de su zaga de banda a banda, inexpugnable apagando los incendios que sus centrales prendían, hechizados aquellos como niños con cerillas a su alcance. Feghouli, Ghoulam y Slimani fueron la chispa necesaria que aterró a los europeos.

A veinte minutos del final, Schürrle había ya impreso un plus de verticalidad, Lahm se recolocaba en su posición predilecta en el lateral adelantado y Sami Khedira lo inundaba todo allí hasta donde su mirada alcanzaba. Fue ese encadenado de acontecimientos lo que dibujó en la Alemania moderna las mismas llamas destructoras de siempre, implacables ante la posibilidad del éxito.

Para entonces de Argelia sólo quedó orgullo, encomiable pero insuficiente. La prórroga se convirtió en el parque de atracciones en el que Müller, Schürrle y Özil corretearon desgarbados probando sus trucos hasta acertar. Primero fue el jugador del Chelsea, que entró raudo al corazón del área para rematar a gol y acalambrar al once argelino en bloque.

Minutos después le tocó a Özil, que hasta entonces había vagado por el césped como el fantasma de algún castillo medio abandonado, deslizándose sigiloso, intangible, para dar de vez en cuando un portazo aterrador. El que hizo caer la Torre del Homenaje construida por Argelia llegó en el 119, pero ni así aceptaron los africanos su destino.

Sabiéndose perdidos, optaron por embestir para cerrar la obra que interpretaron sin una bandera blanca de rendición. Djabou obtuvo como recompensa un remate a placer que dejó el electrónico en un dignísimo 2-1. Con ambos bandos exhaustos finalizó el encuentro, quedando dispersos sobre el verde los dos batallones, fatigados y henchidos de orgullo a partes iguales. Sólo entonces respiraron, sabedores ya de haber firmado un choque inolvidable.