El Atlético de Madrid tuvo que remangarse y trabajar de lo lindo para sumar otros tres puntos a su casillero en la Champions. Los goles de Koke y Raúl García enmascararon los problemas que el magnífico trabajo del Malmö generó en los hombres del Cholo. Al final los colchoneros ganaron en las trincheras de Suecia.
Arrancaba el encuentro con una clara ofensiva que llegaba desde el Manzanares. Circulación rápida a los flancos desde donde la artillería bombardeaba sin cesar el área. Mandzukic y Raúl García peleaban por ganarse un hueco desde el que rematar pero la intensidad fue igual en ambos bando y esto mantuvo la contienda en tablas.
Respondían al ataque los suecos apelando al orgullo y sabiendo que toda rendición estaba fuera de lugar. Luchaban por cada balón como si fuese el último en busca de un resquicio por el cual penentrar en la retaguardia española. La defensa de los madrileños aguantó bajo la tutela del general Godín que no dio concesión alguna a sus rivales. Dominó el uruguayo los aires al igual que juego terrestre, imponiéndose prácticamente en todos y cada uno de sus duelos individuales.
Retornaba el balón a los pies de los estrategas del Atlético. Volvía a rodar (cuando el fango sueco lo permitía) el balón y esta vez cargaba más peligro. En una de esas milagrosas veces en las que el balón no se atasco en el patatal que hizo de tapete llegó el primer golpe. Arda larga para Juanfran que arrasaba hacia el córner enemigo. La ponía al primer palo y Koke remataba de tacón con un golpe certero que se clavaba en el corazón de la portería del Malmö.
Trató el Atlético de hacer el mayor daño posible aprovechando el efecto del golpe pero no consiguió más que hacer correr de un lado a otro a un enemigo que parecía ahogarse en su propio esfuerzo. En estas se llegaba a la tregua y parecía que lo que estaba por llegar sería el espolio por parte de las tropas indias una suecia entregada. Nada más lejos de la realidad.
Sacaban fuerzas de flaquezas los suecos y lanzaban una contraofensiva que arrinconaba a los del Cholo en sus puestos defensivos. Buscaban de nuevo igualar la batalla y a punto estuvieron de conseguirlo. Primero Godín interceptó un obús que se colaba desde el flanco derecho y que el uruguayo despejó sobre la línea de cal. Más tarde un nuevo ataque de la artillería sueca había supuesto pena máxima a favor de los locales, pero el trencilla culminó su penosa actuación al no apreciar el clamoroso penalti. También el poste evitaría las tablas en el electrónico tras un rechace favorable al Malmö.
Esto espoleaba a las abejas (por el uniforme) del Cholo que salían decididos a cerrar el partido. Raúl García sería el encargado de ejecutar la sentencia ya establecida. Mandó el navarro un obús que hizo volar por los aires las defensas y la moral de los suecos. Aún pudo ser más duro el revés si el línea hubiese errado al anular el gol que marcaba el Cebolla cuando se rozaba el final del choque. Al final los del Manzanares volvieron a casa con un botín que por trabajado, merecido.
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