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Llagostera 0-2 Betis: Victoria verdiblanca bajo el temporal

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El Real Betis Balompié ha vencido (0-2) a la UE Llagostera en el primer partido de Juan Merino como entrenador verdiblanco. Los goles de Rubén Castro y Vincenzo Rennella permitieron al Betis llevarse un partido marcado por el impracticable estado del césped.

Rubén Castro BetisEl choque comenzó en el Estadio de Fútbol de Palamós con los jugadores saltando al campo cargando con tablones de madera, clavos y martillo. La tormenta sobre el césped, intensísima y continua, hizo que toda la primera parte recordase a las imágenes que cada otoño nos traen los telediarios; esas en las que alguna ciudad estadounidense –New Haven, Portland, Nueva York, …- se ve sumida en el caos inesperado y los ciudadanos se afanan en tapiar ventanas, puertas y cristaleras mientras los medios internacionales graban.

A cerrar huecos por donde podía colarse el agua y los atacantes rivales se dedicaron unos y otros. El debutante Merino colocó  a Xavi Torres, N’Diaye y Dani Ceballos en la medular y sobre ellos recayó el peso del trabajo. Hubo intentos aislados de gol, pero fueron meros espejismos fugaces que poco inquietaron a los guardametas. La lluvia incesante hizo pesadas las piernas y pronto el balón sólo pudo volar sin pisar el césped.

Tras el descanso ingresó al campo Rennella -el mejor socio de Rubén Castro– y pronto organizaron una operación relámpago en campo contrario. El cuero llegó a las botas de Kadir, que mantuvo su posición con un empujón, y el centro templado encontró la testa de Castro para firmar el gol. Desde ese momento la terminología bélica nunca fue tan recurrente.

El césped, antes verde e inmaculado, se convirtió en un prado desnivelado y embarrado. Entre tackles y pelotazos avanzaron los minutos hasta que el entonces llamado campo de fútbol pasó a recordar más bien un paraje posterior a la Batalla del Somme. De allí salió sano y salvo el Betis porque, quizás por primera vez, los once jugadores de camiseta verdiblanca se emplearon a fondo y disputaron cada balón dividido sin arrugarse.

En cualquier otro momento de la temporada se habrían diluido sin contemplaciones. Ante el Llagostera aguantaron y aún tuvieron ánimo para ampliar la distancia. La ocasión llegó, evidentemente, tras conectar Rubén Castro con Rennella. El canario bajó del cielo un balón largo, alzó la mirada y picó un pase de la muerte en horizontal allí donde acudió el italiano. Se lanzó con el alma y, en un amasijo de carne junto al defensa rival, certificó que el balón estaba dentro de la red.

No hubo más. Pasados diez minutos se escuchó el pitido final y cada tropa agachó la cabeza y se dirigió, exhausta y empapada, hacia el túnel de vestuarios. Hacía mucho desde que el Betis no conquistaba tres puntos de forma tan trabajada.

* Imagen: lfp.es