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Javier Imbroda: «Mou tiene el ego dañado y la cuenta corriente llena, aún así sufre»»

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rugbyJavier Imbroda.– Si hay algún deporte que simbolice los verdaderos valores que desprende el deporte, ese es el Rugby. En la final del Mundial entre Nueva Zelanda y Australia, pudimos comprobarlo, una vez más. El esfuerzo sublime, sin excusas, sin trampas, sin fingir para engañar, la honestidad personificada, el trabajo colectivo, el respeto al rival, la casi veneración hacia el árbitro, las nuevas tecnologías al servicio de un juego más justo, la mirada competitiva, la lucha hasta el final, la elegancia al ganar a pesar de la rudeza, el saber estar en la derrota. Auténticos caballeros, deportistas desde el señorío. Es el deporte rey en esos lugares tan lejanos, inevitable compararlo con el deporte rey nuestro, tan denostado. Solo la penosa imagen de los futbolistas del Barça, tras vencer en Getafe disfrazados de Halloween, que manifiestan una gran concentración previa al partido, esa de llevar los disfraces en las bolsas, y paseándose por las dependencias del rival, haciendo la gracia. Maldita gracia para el equipo derrotado. En fin, más de lo mismo.

No quiero seguir con ese tostón del fútbol, ni con sus tantas adherencias negativas que contiene, e inclinarme a la admiración que el Rugby me produce, al espectáculo que presenciamos. Nueva Zelanda con su harca a cuestas, que anticipa una larga lucha por la victoria, tricampeona del mundo. Larga vida a una disciplina deportiva que de vez en cuando, nos recuerda los valores reales que tiene el deporte, y sobre todo algo que tanto echamos en falta en nuestra sociedad: la nobleza.

¿Periodistas? Unos tipos que al parecer son periodistas, o eso dicen, que vienen de esos programas que se hacen ahora, tan “simpáticos”, irreverentes, provocadores. Debe ser lo más en las Escuelas de Periodismo, enseñar cómo tocar las narices, y luego presentarse a la sociedad como víctimas de la reacción. Exactamente eso ocurrió en la casa de Marc Márquez. Dos periodistas italianos, se presentaron para provocar, y posteriormente para mostrarse indignados con la reacción del protagonista y su familia. Es lo que tiene una parte del periodismo actual, agredir para transgredir, y luego, las redes sociales harán el resto. Todo muy edificante.

Llevamos algunas semanas escuchando aquel entrañable sonido de la infancia del afilador. Algún que otro, se empieza a significar en la caída del “entrenador infalible”. Valdano no ha esperado siquiera a la posible sustitución: “Mou ya es un entrenador más, no un entrenador especial”. Es sabido en el duelo que Valdano y Mourinho emprendieron en el Madrid, quién fue el vencedor. Solo era cuestión de tiempo. Alguno dirá que el pastizal que se lleva en el cese, en caso de producirse, compensará su salida. Puede ser, pero una persona tan ególatra, tan narcisista, nunca tiene bastante. Su ego dañado, y la cuenta corriente llena. Aún así, sufre.