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Atlético de Madrid: el tránsito y la duda

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Wanda, nueva casa del Atlético de Madrid.

El Atlético de Madrid se va del Manzanares, deja el Estadio Vicente Calderón. Levanta el alma y cerca del río se queda todo lo material. Se quedan muchas horas de fútbol, millones de gritos de gloria y otras tantas lágrimas nacidas de la decepción y la derrota. Cuesta separarse de lo que se toca a diario. Lo que no se puede tocar parece que consuela menos pero, en realidad, es lo que nunca se pierde.

El éxodo hacia La Peineta, hoy llamada Wanda, y el tuneo del escudo han abierto un espacio de duda y desconcierto en los aficionados del Atlético de Madrid. Acostumbrados a largas travesías del desierto y a vivir, demasiadas veces, a la sombra rutilante del vecino de la Castellana, en los últimos años habían aprendido a llevar la sonrisa del campeón y olvidar las quejas y el maleficio. El Atlético de ahora ha recobrado la autoestima y, además de llevarla por dentro, la muestra orgulloso y sin complejos. Quizás este revuelo del traslado ha venido a perturbar la felicidad de las últimas temporadas. Los cambios siempre son inquietantes. Sin embargo no se puede querer una cosa y la contraria o no se puede pretender que nada cambie si lo que se desea es cambiar y crecer. Mirar atrás siempre resta, si no se hace con sentido.

Las glorias, los afectos, la nostalgia, los lugares de siempre son memoria para llevar en la mente y en el corazón. El futuro, si no se quiere volver a la senda de los inviernos más fríos y de las primaveras sin premio, pasa por tomar decisiones. Hay un tiempo para cada cosa y este tiempo en el fútbol, guste más o guste menos, es el del rearme económico.

Felizmente, espero, ha terminado “el pelotazo” y ahora hay que jugar al pie y de forma transparente. Si el aficionado quiere que el equipo siga creciendo, si el horizonte del Atleti tiene que ir parejo al de los grandes clubes de Europa, no se pueden detener los avances y en ese movimiento, muchas veces, se produce una actualización cruenta. De todas formas, eso no conviene olvidarlo, la esencia está en el terreno de juego.

Si el Atlético de Madrid logra reengancharse a la Liga y cumple con su papel en la Champions si, cuando haya nuevo estadio y nuevo escudo se logra levantar una Copa, entonces ese estadio y ese escudo ya serán historia del club y van a ser abrazados sin condiciones por esa masa social que ahora rechaza cambios, se extraña del nombre y sueña con sueños pasados. La historia está para recordarla, disfrutarla y aprender de ella, nunca para que sea una carga que impida buscar un futuro mejor.