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Devuelva la camiseta robada, una fiesta del Real Jaén, no puede acabar así

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Juan Antonio Águila  (@juanaguila1973) lleva media vida vinculado, con el corazón y los recuerdos, al Real Jaén. Hace muchos años comenzó su particular museo de objetos, informaciones, fotografías y camisetas del club que le tiene vinculado, anímica y emocionalmente, al mundo del fútbol. Aprendió a querer a un equipo y ahí sigue. Feliz y constante. Su «santuario personal» es la manera de contar la biografia de un seguidor incondicional. Obras son amores.

Temporada a temporada. Conjugando la alegría y el quebranto. Los días de gloria y las tardes oscuras de derrota incontestable. El ascenso soñado, el descenso jamás pensado. La vida del fútbol. Su vida se adivina en cada objeto que guarda, en el orden de sus fotos y en el detalle de sus datos. Juan Antonio es uno de los ejemplos de cómo, ganando o perdiendo, se respetan unos colores. No veo, nunca, a este seguidor abandonando el estadio mientras su equipo es borrado del campo por un rival. Él es un aficionado, jamás un espectador. El fútbol lo puede justificar todo, menos la deserción.

Acaba de celebrarse el 95 Aniversario del Real Jaén y, con ese motivo la Federación de Peñas organizó, en colaboración con el club, una velada en la que se realizaron reconocimientos y homenajes a seguidores y empresas, que se han distinguido en el apoyo al club.

Brillante, afectivo, cargado de evocaciones y buenos deseos de cara al futuro. El evento se ha calificado como excelente idea y como éxito absoluto, por la consecución plena de objetivos. Hasta ahí todo es ideal, perfecto.

Algo, sin embargo, ha deslucido el final de aquella fiesta que tan perfecta resultó en su organización y desarrollo. Uno de los atractivos del encuentro festivo, del 95 Aniversario, era la exposición de objetos relacionados con el equipo. Juan Antonio, poseedor de joyas relacionadas con la historia de la entidad y sus jugadores, cedió una colección de camisetas que han pertenecido a futbolistas emblemáticos del Real Jaén.

La miseria de esta historia es que, cuando Juan Antonio ha recuperado su aportación a la fiesta, una de esas camisetas cargadas de años, de recuerdos y de historias, ha desaparecido. Los organizadores, ajenos al desatino, no dan crédito pero lo cierto es que alguien ha querido ampliar su colección particular. Triste forma de hacerlo. Penoso modo en el que ha terminado la fiesta para Juan Antonio.

La camiseta que ha perdido, es la de Roberto Valverde. Extremo rapidísimo que tantas veces levantó el viejo estadio de La Victoria con su eléctrica cabalgada. Era un jugador diferente. Dribling, velocidad y disparo. Acabó en Primera División, jugó en el Real Valladolid, como Chumilla y Herrero, pero siempre se ha sentido profundamente vinculado al Real Jaén. Toda su ropa deportiva de jugador en activo la tiene, la tenía Juan Antonio. Hoy le falta la camiseta de un ascenso, el de la temporada 87/88.

Estoy seguro de que, superado el momento de ofuscación que le llevó a sustraer esa camiseta, la persona que la tenga la devolverá. Las cosas que más valen son las que llevan un pedazo de vida y de corazón. Esa camiseta tiene el corazón que Roberto puso al sudarla en el partido del ascenso y la vida que pone Juan Antonio a su labor diaria de unir y ordenar recuerdos que son historia.

Volvamos a la cordura y tratemos, entre todos, de llegar al oído y a la sensatez, que seguro también tiene, la persona que ha ocasionado un daño moral tan duro a Juan Antonio Águila. Daño a él y falta de respeto a los aficionados y al Real Jaén. La camiseta debe volver. Sola no es nada. Tiene sentido y es historia, con el resto de las camisetas y en el museo de Juan Antonio.