Inicio Opinión Antonio Oliver Real Jaén: Hoy como ayer y mañana como siempre

Real Jaén: Hoy como ayer y mañana como siempre

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Salva Ballesta ha dimitido como entrenador del Real Jaén. El aspecto deportivo por conocido es ocioso relatarlo. Sería redundante alargarse en explicaciones. Cerrado este capítulo, no hay nada que justifique la revolución que se ha vivido en los últimos meses. Nada. Lejos del objetivo, desconcierto general  y, lo peor, despedida a la francesa. Andrés Rodriguez, presuroso entonces por desmontar la estructura de Campos y Valenciano, aparece de nuevo como la mano que mece la cuna del despropósito. ¿De dónde ha salido este hacedor de equipos de fútbol? Es un verdadero descubrimiento.

En la parte que toca al entrenador, respeto las razones de los técnicos cuando nacen de una intromisión en la parcela deportiva. Fue un disparate lo que hizo Rodríguez con Fernando Campos y Valenciano y si se ha hecho lo mismo, como relata ahora Ballesta, es otro disparate. Hasta ahí puedo estar de acuerdo con las razones del entrenador. Sin embargo hay cosas que trascienden a lo puramente deportivo y que entran de lleno en el aspecto humano, en la coherencia y en la relación entre las palabras y los hechos.

Si Ballesta tenía la decisión tomada, si tenía clara la dimisión, ha perdido una excelente oportunidad para irse dando ejemplo de lealtad a su plantilla. Sin duda no hace falta que yo lo diga. Quienes conocen el fútbol por dentro saben que hay formas y formas de hacer las cosas.

Concediendo, sin entrar en más averiguaciones, la razón al entrenador creo que el procedimiento debió ser otro. No se puede decir el domingo que los jugadores tendrán siempre al entrenador a su lado y cuatro días antes de un partido vital, decir adiós y no comparecer en Linarejos con sus futbolistas. No es un partido cualquiera. Hubiera sido un gesto de lealtad a la plantilla, sin ser desleal a los afectados por el «ERE» de Rodríguez, ir a ese partido, estar allí con los suyos y el lunes explicar las razones de su marcha. Sin tapujos, sin medias palabras, poniendo a cada uno en su sitio y a pecho descubierto. Hubiera sido un bonito acto de compromiso con los jugadores, con la institución y con los aficionados. La cortesía de esperar tres días no hubiera mermado la valentía de irse explicando las razones.

El técnico ha querido hacerlo de esta manera y es muy dueño de conducirse como quiera pero, por mucho que se intente envolver en celofán, la salida deja una sensación fea.

Insisto, cada uno es cada cual, pero el portazo ni ayuda a la plantilla ni adorna al entrenador. Ahora los dueños del Real Jaén deberían explicar lo ocurrido en la segunda etapa de su mandato antes de que se entre en la tercera.

La figura del Consejero Delegado empieza ser una figura extraña, opaca, oscura y sinónimo de conflicto y descalabro. Es el paradigma de lo azaroso, de lo no pensado, de lo visceral. Del cálculo erróneo.Sus actuaciones en el vestuario, sus mensajes…un disparate.

De todas formas sigue ahí y, por lo que se ha visto, decide, rompe y rasga sin que nadie le llame al equilibro. Llegados a este punto no se puede perder el tiempo pidiendo explicaciones a Rodríguez. Es el momento de que el presidente Membrado, dueño del club y su futuro, aparezca para explicar hacia dónde se dirige esta nave. Más que un barco, el Real Jaén parece una balsa a merced del viento y arrastrada al penoso mar de los Sargazos. Ni el club ni la plantilla ni la afición merecen esto.