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Real Jaén: La historia no juega pero el domingo está en juego la historia

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La temporada del Real Jaén ha sido un purgatorio muy parecido al infierno. Ahora la luz vuelve a brillar. Se mira un horizonte despejado y que depende del  equipo y de nadie más. Esa es la mejor noticia y una realidad que invita a creer en el futuro. Se han pasado muchas penalidades y este partido en sí mismo, siendo comprometido, ya es un motivo para celebrar. Es un reto que pasará a la historia del club.

La pasada campaña terminó, como rúbrica a un cúmulo de desgracias, con el descenso en el que nadie había pensado. Un hecho que, en este momento, ya no merece ser valorado.

La Tercera División se recibió como mal menor. Se perdió la categoría pero se salvó la vida. Vaya lo uno por lo otro. Asumida la realidad, se vio con ilusión el proyecto de la nueva propiedad. Material humano de casa. Juventud y experiencia en el área técnica y ganas de arropar y empujar por parte de la afición. Durante unas semanas se vivieron escenas de optimismo y de fe en el futuro.

La temporada comenzó con una derrota polémica fuera de casa y todos caímos en la cuenta de que la nueva categoría iba a ser un camino de espinas y que ni escudo ni historia, puntúan en esos campos por los que el Real Jaén transita con la escarapela inevitable de “Favorito”

El equipo potente se rearma y afila sus herramientas para no desmerecer ante el Real Jaén y el modesto se viene arriba porque se juega los puntos y el honor de vencer a un grande. Problemas siempre para un club con muchas glorias detrás pero con un presupuesto muy bajo.

Los resultados estaban siendo razonables y apuntaban mejora. El equipo crecía y declaraba un excelente ambiente de grupo. Todo parecía tranquilo pero, de la noche a la mañana, se puso en marcha una operación que desmontó en quince días el trabajo de todo el verano. La intrahistoria, más adelante, dará para mucho. Casi nada se ha contado de aquel final abrupto y hay cosas, como mínimo, graciosas. Muchas circulan por el boca a boca, otras todavía no.

La propiedad aparece, para cerrar la etapa y sellar el derribo, con la imagen de un exjugador de fútbol que, bien rodeado, aterriza y anuncia la profesionalización del club. Una revolución deportiva y un impulso imparable para las estructuras de la entidad. El horizonte es innegociable: Primera División.

Ballesta es el hombre encargado de hacer el movimiento que debe lanzar al equipo en la tabla y situarlo en la primera línea de la categoría. Lo primero es implantar el profesionalismo a todos los niveles. Periodo de grandes palabras y gestos extraordinarios. Bajas, altas, intermediarios, ampliación de capital pero todo terminó con una salida a destiempo, injustificable y, en algunos casos, precedida de episodios esotéricos, de videncia y superstición. Ballesta pasó a ser historia. Lo que iba a ser «el año de las luces» quedó en unos meses oscuros.

Fue el momento más difícil de la temporada. La afición vivía en el desconcierto. Se movía entre la indignación, la duda y el temor a que todo, otra vez, saltara por los aires. Parecía imposible que, quienes habían errado tanto, fueran capaces de acertar ahora, pero lo hicieron. Esa también es otra historia.

Lo cierto es que con la llegada de García Tébar se obró el milagro. El Real Jaén, con un criterio razonable, experiencia en dosis importantes y lenguaje fiable de fútbol, ganó casi todo y el domingo puede lograr lo que parecía un imposible. El trabajo del entrenador con sus jugadores, salva la temporada y remienda lo que podía haber sido un disparate. Enorme labor.

El equipo, los jugadores, han estado siempre en buena sintonía. Hubo momentos de duda ante cosas que escucharon, vieron y padecieron. Sin embargo se mantuvo la cohesión y supieron seguir sin bajar los brazos. La llegada de García Tébar les aportó serenidad y les devolvió la confianza. Solo un mensaje, siempre el mismo criterio y las cosas a la cara. El fútbol les ha premiado y el domingo se presentan en Huétor Vega como dueños de su destino. Ellos, con su entrenador, tienen en la mano dar el paso hacia el final de este purgatorio infernal que es la Tercera División.

Los jugadores, el entrenador y el escudo del Real Jaén no estarán solos. La afición del Real Jaén no ha desertado nunca. La categoría no es bonita, las circunstancias no son buenas pero se ha dado una línea de empatía entre la grada y el campo que culmina en una fuerza capaz de salvar todos los obstáculos.

El pronóstico favorece al Real Jaén pero no caben ni despistes ni confianzas. Si el equipo logra el objetivo de estar en la liguilla, habrá un grupo humano y deportivo capaz de todo. Queda solo un último esfuerzo y se estará ante la oportunidad soñada, la que no puede escaparse. Hay mucha historia detrás. La historia no juega pero el club se juega la historia. Hay tres razones que animan y justifican el optimismo y la confianza en este Real Jaén: Entrenador, equipo y afición. Un triunvirato eficaz y sin fisuras. Ganar es la única opción.