Inicio Portada El Coín destapa las carencias del Villacarrillo (1-3)

El Coín destapa las carencias del Villacarrillo (1-3)

Compartir

Diego J. González. Tan idílico pintaba el panorama para el Villacarrillo de cara a este domingo que estaba condenado a torcerse. Con el subidón de llegar tras vencer siete días atrás en Porcuna y con dos partidos seguidos en casa a priori asequibles para encaramarse en lo más alto de la tabla, los de Párraga parecían hallarse ante el inicio soñado de temporada. Nada más lejos de la realidad. El Athletic de Coín no sólo doblegó a los celestes, sino que destapó numerosas carencias en el bloque campiñés, preocupantes para un equipo llamado a luchar por el ascenso.
Villacarrillo arrancaba sus fiestas patronales con un día gris en lo metereológico que se convertiría en negro en lo futbolístico. Todo comenzó a oscurecerse en el minuto 13, con un protagonista vestido de amarillo y con ese mismo dorsal a la espalda (número y color favoritos de este que escribe, pero de dudosa buena suerte). Caballero, el arquero local, no acertaba a blocar un manso centro raso desde la derecha del ataque malagueño y Luismi, que pasaba por allí, empujaba el cuero al fondo de las mallas para adelantar a los rojiblancos. 0-1.
Desgraciadamente para los locales, aquello no sería una mera anécdota desagradable, sino la primera evidencia de que este Villacarrillo necesitará un cambio radical si quiere volver a Tercera. Mal en todas las líneas, sin un estilo definido, sin compenetración ni velocidad con o sin balón, el cuadro villacarrillense se mostraba impotente frente a un Coín bien plantado, rápido arriba y prácticamente sin errores. Sólo uno, de bulto, pudo derivar en el empate, en a la postre la única ocasión celeste en la primera mitad: cesión infantil de un zaguero malagueño a su guardameta que incomprensiblemente botó Niza desde la frontal del área chica del arco coíno para mandarla al limbo. Toni de espectador en la jugada, a todo esto.
Las malas noticias no acabarían ahí antes del descanso, pues el visitante Montiel se zafaría de dos zagueros locales para llegar hasta la línea de fondo y regalar un pase atrás a Juan David, que solo, en el punto de penalty, batiría a Caballero, ahondando en la herida.
El 0-2 al descanso obligaba a Párraga a introducir cambios si quería luchar por el partido en el segundo acto. Fue así como en una triple sustitución ingresaron de inicio Sergio Muñoz, el renqueante Cuevas y Moñes. Este último pudo recortar distancias en su primera intervención, cuando a pase de Toni encaró en el mano a mano a Carlos, driblándolo pero estrellando su chut en el palo. Sin embargo, dos minutos después sería Sergio Muñoz quien sí acertaría a colocar el 1-2 con un zurdado lejano que fue envenándose hasta acabar en la red visitante.
Restaba un mundo por delante, los celestes se lo creían y hasta el Veracruz parecía despertar de su letargo. Sergio Muñoz, más allá del gol, tomó las riendas del equipo e insufló el nervio y la calidad necesarias en la medular. El Coín se apocaba retrasando líneas y comenzaba a perder tiempo.
Pero cuando el escenario era el propicio para una remontada, llegó la acción más decisiva del encuentro: el joven Mimu, recién ingresado al césped, con una galopada por la derecha en la que retrató a Malagón, se internó en el área y fue trabado por el central granadino, superado. Penalty y gol del propio Mimu. 1-3.
Momento para recurrir a Valdano y su famosa sentencia de que “el fútbol es un estado de ánimo”. Pues eso. El Villacarrillo bajó los brazos definitivamente tras el severo mazazo que supuso el tercer tanto malagueño y prácticamente sobró la última media hora final.
Párraga, ausente, sentado, sin rastro de la vehemencia exhibida la temporada pasada, claudicó como su bloque ante un adversario organizado y efectivo, que incluso a la contra pudo aumentar la cuenta en los últimos minutos.
Comenzaba a llover en el Veracruz. Los peores presagios del amenazante cielo gris se materializaban sobre Villacarrillo, su feria y su equipo. Un equipo con mucho margen de mejora y con mimbres para estar arriba pero que hoy, estrenándose en su feudo, ha sembrado dudas. Demasiadas.