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Se llama «Rubismo»

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Eduado Grenier.- Cuba. Una esquina teñida de azul y blanco ilumina El Alcoraz. Una esquina, sobre todo, rebosante de ilusión. Años han pasado para volver a palpar ese halo de entusiasmo en los aficionados del Espanyol. Gente fiel, enamorada de sus colores y acostumbrada a sufrir en una ciudad que los intenta pisotear. Todavía recuerdan, con un dolor que les carcome su corazón, aquella Copa que les arrebatara el Bayer Leverkusen hace más de una década. Tiempos pretéritos.

El Espanyol de hoy invita al optimismo. Pero no es, únicamente, por los fabulosos resultados de estas primeras nueve jornadas que lo ubican en la segunda posición de la tabla, ni por la solvencia económica de la que presume el magnate Chen, dueño de la entidad, desde la lejana China. La magia de esta nueva hornada radica, probablemente, en recordar de manera constante aquellos tiempos gloriosos de Sarriá.

La propuesta atrevida de Rubi, el artífice de la situación actual, también ha conseguido echar en los bolsillos del equipo la confianza de sus aficionados. Han logrado una comunión tal, que partido que se juegue en Cornellá se cuenta por tres puntos para los pericos. Ni siquiera la absurda subida de precios promovida por la directiva será un impedimento, por lo visto, para el ansiado crecimiento social que tanto esperan desde que Mr Chen desembarcara en el conjunto catalán.

Lo importante es que la ilusión está desparramada por las calles de la ciudad. Barcelona vuelve a teñirse de blanquiazul, más allá del férreo cerco blaugrana que la bloquea. Europa ya no constituye una quimera, sino una meta alcanzable. Resta aprovechar el colchón de puntos conseguido y mantener la estabilidad. Sin embargo, lo más importante es tener las ideas claras y eso, con Rubi al mando, está garantizado.

La plantilla se diferencia de la campaña anterior, sobre todo, en la ausencia de Gerard Moreno, el nuevo ídolo de la fanaticada perica. El zurdo recogió sus bártulos y voló rumbo al antiguo Madrigal, para vestir los colores amarillos. Dicen, algunos que lo conocen, que añora volver a casa. Sus goles, de cualquier forma, han sido reemplazados por el Panda, Borja Iglesias, el fichaje más caro de la historia del Espanyol, quien ha mostrado un nivel para enmarcar en este inicio de campaña.

A ello sumémosle la osadía de Darder antes de iniciar la Liga. Su ambición desmedida, tan contrastada con el discurso conformista de Quique Sánchez Flores hace un año, pasó de súbito a ser la filosofía de este equipo. Palabras las suyas, para más, sustentadas por un rol indispensable en la conducción de los hilos del medio del campo blanquiazul, en compañía de la perla Marc Roca y el rejuvenecido Granero.

Estos jugadores sí daban para más hace un año. Quizás el cambio del chip sea motivo de la llegada de Joan Francesc Ferrer al banquillo de Cornellá. Rubi es un analista obsesivo del fútbol, trabajador, motivador y, lo más importante, perico hasta la médula. Solo ello justifica que rechazara ser el entrenador del Huesca en el primer año de la historia del club en Primera División. La profesión te lleva a muchos equipos, pero tus colores, dirá Rubi, son innegociables.

Resta esperar, entonces, para ver si a final de temporada el regreso ansiado a Europa es una realidad para la “maravillosa minoría”. Por el momento, convencidos de sus posibilidades, los jugadores dicen estar inconformes con su segundo puesto de la tabla y ubican la cima en su mirilla. Sabia decisión. Este cambio de mentalidad los ha llevado a donde están. La explicación es muy sencilla: se llama Rubismo.