Inicio 1ª División La Champions y las obligaciones asimétricas

La Champions y las obligaciones asimétricas

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Uno de mis profesores reconvino públicamente al mejor alumno de la clase. Hubo estupor y ante las caras de asombro de todos nosotros, apostilló: “No lo consideren un ataque al señor Lesmes, es la necesidad de hacerle entender que lo normal, en su caso, no es suficiente”. Luego se extendió en otras consideraciones destinadas a elevar la autoestima general de la clase y a destacar las virtudes del resto, por si alguno no había encajado bien la enorme distinción con la que señaló a nuestro compañero. No hacía falta. Todo sabíamos que Lesmes era nuestra estrella y, además, una buena persona.

Real Madrid C.F.

Rayos y truenos han caído por el descarrilamiento de París. El Real Madrid debe que entender que, por su hoja de servicios en la Copa de Europa, se le mide con otra vara. La dureza con la que se describen sus tropiezos en esta competición obedecen, no se me ocurre pensar otra cosa, a la obligación que tiene de estar a la altura de su historia en la competición. El Real Madrid siempre es favorito y si no responde se le aplica el rigor propio de quién está obligado, por su árbol genealógico, a la excelencia. Esa es una factura cada vez más cara. Los hombres de Zidane vienen de un ciclo que ha tenido bloqueada la Champions tres años. Es, usando el tópico, el peso de la púrpura. Ejecutivos, técnicos y jugadores saben que pertenecer a ese club supone no dormir nunca, ya sea por que se vive en un sueño o en una pesadilla.

F.C. Barcelona

El Barcelona, otro grande de España. Empató su partido. Jugó sin alma y pudo ser, como el Real Madrid, goleado pero no es lo mismo. En Europa el Barcelona arrastra muchos suspensos en poco tiempo. Se le juzga pero no se califica de catástrofe cada partido que no gana. Hay críticas localistas pero, por lo general, se comprende que anda en el camino de vuelta y que tiene ajustar su mente al vértigo de Champions. Se ha convertido en normal, en este lustro, que el Barça ande con dudas por Europa. Sorprende menos. Es un excelente conjunto con el mejor, o unos de los dos mejores jugadores del mundo, en sus filas. Sin embargo el fútbol, si excluimos cuando se convierte en literatura, señala solo a un campeón. El Barcelona, en Europa, no lleva esa carga. Tiene otras rémoras, quizás más pesadas, pero no la de responder cada partido a su historia reciente. Lucha contra él mismo. La Liga, por ejemplo, es otro cosa y el papel de aspirante lo representa el Real Madrid.

Atlético de Madrid

El Atlético de Madrid es el que más liberado circula. Es un equipo sin obligaciones. Su entrenador se ha encargado sistemáticamente de colocarlo fuera de los planos de exigencia con respecto a la élite. Es un club alejado, por presupuesto, de los grandes de Europa. Si consigue alguna posición de privilegio ya ha cumplido. Las críticas hacia el Atleti siempre se apostillan con matizaciones eximentes. Comprensión para un equipo que está pero que no arrastra la obligación de ser. Sin duda es un alivio para sus jugadores. Si pierden, están al nivel de su estatus presupuestario y si ganan han subido el Everest, como los otros, pero ellos sin oxígeno. En mi clase también había un compañero como el Atleti. No era de los primeros pero todos lo queríamos mucho y cuando hacía un “notable” la clase lo celebraba como “matrícula de honor”.

Valencia C.F.

El Valencia es el mejor ejemplo del desprecio que el fútbol siente por los pronósticos. La sensación general, incluso afirmaciones previas de muchos especialistas, colocaban al Valencia de Celades como víctima propiciatoria para el Chelsea. La decapitación deportiva que sufrió el equipo y el “trasteo” al que fue sometido por el Barça en Liga, dejaban un panorama desmoralizador. Sin embargo el fútbol es de los futbolistas. Los jugadores del Valencia, sin poner en duda las pinceladas de su entrenador, salieron a jugar por ellos primero y también por una masa social a la que, en este tiempo de zozobra institucional, están especialmente unidos. Eso suele funcionar y tiene menos que ver con el fútbol que con vergüenza profesional y el amor propio. En mi clase también había un compañero que siempre hacia cosas geniales cuando menos lo esperábamos. Las hacía, como el Valencia ayer, cuando todos pronosticábamos calabazas y gordas. Orgullo herido.