Inicio Opinión Antonio Oliver Juan Arias, jerarquía y elegancia, al servicio del equilibrio en Sevilla, Jaén...

Juan Arias, jerarquía y elegancia, al servicio del equilibrio en Sevilla, Jaén y La Línea

Compartir

Siempre he sido admirador de los jugadores capaces de fundir rotundidad, eficacia y manejo elegante de la pelota. Juan Arias, desde muy joven estuvo adornado por estas cualidades. El poder se ejerce, muchas veces, solo con la pose. Arias usaba esta condición natural para disuadir al contrario. Balón al pié, cabeza alta, mirada de periscopio y, ante esto, el rival daba por inevitable ese pase entre líneas que desarmaba al medio campo y descubría a las defensas.

Juan nació en La Carolina y, como todos los niños de la época empezó a jugar en la calle, armando espacios de fútbol en cualquier parte. Piedras, carteras, esquinas, aceras. El partido duraba hasta que el dueño del balón se hartaba o lo reclamaba su madre. Aquellos «desafíos» empezaban después de la escuela y terminaban cuando el sol decretaba el final. Arias no tardó en llamar la atención de los entendidos de fútbol en La Carolina. Sus cualidades gritaban que ahí había un futbolista de mucha altura. Rápidamente fue reclamado para participar en campeonatos locales y pasó a formar parte de las categorías inferiores la mítica UD Carolinense. A partir de ahí su condición de futbolista talentoso trascendió. Ganó torneos con su club y jugó, a los 18 años, en un fortísimo Carolinense que militaba en la Tercera División de aquella época.

El fútbol es el medio de comunicación más veloz y las condiciones de Juan Arias trascendieron hasta el punto de que el Sevilla FC fue a buscarle a mitad de temporada: «Vinieron a por mí y como el Carolinense y el Sevilla At. estaban en la misma categoría no podía jugar con ellos. Esa fue la razón por la que estuve en la primera plantilla del Sevilla FC a las órdenes de Miguel Muñoz. Cuando llegué a los entrenamientos, allí estaban todos los que acostumbraba a ver en los cromos, Pablo Blanco, Antonio Álvarez, Pintinho, Paco Buyo…poco a poco me fui adaptando. Viví una época de experiencias bonitas y de grandes enseñanzas».

Llegó a Sevilla en la temporada 80/81 en la que vivió y jugó con el primer equipo. Luego estuvo dos campañas (82/83- 83/84) en el Sevilla At. en el que destacó y fue capitán. En esa etapa también coincidió en el filial y en la pensión con Salvador Alegre «Boro» que más tarde acabaría jugando en el Real Jaén

La siguiente temporada(84/85) Juan Arias vuelve a su tierra para jugar en el Real Jaén que empezaría entrenando Juanjo, técnico que había llevado al Castilla a jugar una final de la Copa del Rey y a participar en competición europea. Juanjo no terminó la temporada y fue sustituido antes del final por Ruiz Sosa.

La 85/86 el fútbol viviría un cambio profundo.De cada grupo de 2B iban a caer 13 equipos. El Real Jaén se preparó para una campaña dura y cargada, luego se vería, de situaciones extrañas. La plantilla blanca estaba llena de nombres ilustres. Muchos años de fútbol y mucha calidad acreditada en brillantes hojas de servicios. No fue suficiente.

Manolo Ruiz Sosa sería el encargado de dirigir un plantel al que volvían Juanjo y Fernando tras una excelente campaña en Ceuta donde hicieron el servicio militar y jugaron al fútbol. Santi, emblemático jugador vilcheño, Higinio Vilches, Juan Huertas, Curro, tremendo defensor,  el murciano Moya, el gallego Miguel Ánguel, Ignacio, Cámara, no había ni un solo futbolista de relleno. Plantilla potente. Ahí estaba Juan Arias sumando el suyo al potencial de fútbol que el Real Jaén había reunido: «Era una plantilla descomunal. Teníamos experiencia, mucha experiencia, juventud con calidad y a Ruiz Sosa que era un entrenador al que todos conocíamos y que daba garantías». 

Sin embargo aquella temporada las cosas salieron al revés y el equipo, demasiado pronto, se metió en posiciones desesperantes. La Junta Directiva que presidía Amadeo Pérez cesó a Ruiz Sosa. Recuerdo a Manolo, junto a su inseparable Rafaelito Cabrera, en el Mesón Plata del Gran Eje contándonos las razones por las que fue cesado y explicando lo que pasaba en aquel vestuario. Una lección de fútbol contado que todavía tiene vigencia. Fue el relato desgarrado de un buen entrenador que tenía que haber actuado antes. Lo cierto es que llegó para sucederle García Andoain, un hombre serio, que solo estuvo dos semanas y presentó la dimisión. Después fue la etapa de Guillermo Martín: » Esa temporada fue una locura. Teníamos una buena plantilla pero las cosas se torcieron muy pronto. La última parte de la liga fue una cosa muy extraña. No he vivido nada igual».

El Real Jaén descendió, se produjo una salida masiva de jugadores y Juan Arias tomó camino de un lugar que, a la larga, iba a ser su segunda casa, La Línea. Llegó a un club histórico La Real Balompédica Linense. Allí jugó siete temporadas y, pese a no haber vuelto, en la Línea guardan un enorme recuerdo del que fuera su capitán: «La verdad es que fueron años muy bonitos y allí estuvimos fenomenal. Tendría que haber vuelto pero no sé, las cosas vienen así. De todas formas guardo recuerdos inborrables». 

La Balona de aquella época era un club muy potente en Segunda B y peleaba por lograr el ascenso a la división de plata. Allí coincidió con buenos futbolistas. Uno de ellos, nacido en la zona, Manolo Mesa estrella del Sporting de Gijón y figura del fútbol español. Juan jamás desentonó al lado de grandes futbolistas porque, su trayectoria lo acredita, él era un gran futbolista.

Juan Arias es una persona que, a primera vista, puede parecer serio. Es muy correcto y siempre ha mantenido un tono discreto. Sin embargo, disfruta y se siente reconfortado, cada vez que tiene ocasión de volver a reunirse con sus compañeros del Real Jaén. Guarda mucha vida del tiempo que vivió dentro de aquel vestuario: «Teníamos un grupo espectacular y ahora es una gozada, cada vez que nos vemos, recordar anécdotas. Me acuerdo mucho de Bautista, estuve en su boda en Mogón. Espectacular. Manolillo, que contaba como nadie las cosas de Ruiz Sosa en el banquillo o Juan Huertas que, pese a parecer serio, era uno más del grupo. Una persona excelente. Del Moral, Fernando…Juanjo».  

Juan emite señales de cierta nostalgia y de mucha felicidad al recordar estos pasajes. Se considera una persona afortunada por cómo le han tratado en ciudades y equipos. Seguramente porque en cada ciudad en la que ha vivido y en cada equipo que ha defendido, descubrieron el nivel humano de aquel elegante, eficaz y excelente jugador de fútbol. Un lujo.