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Raúl «Gordito» Buendía: «El boxeo es un deporte completo y noble. Algo más que cambiar golpes»

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Raúl Buendía se zambulló desde muy pequeño en el mundo de los comics. Un lugar donde la fantasía es la única ley. Dejaba  libre su imaginación pero siempre terminaba en mitad de historias  protagonizadas por “Superhéroes”. Ya empezaba a hilvanar deseos y a dibujar el retrato de lo que le gustaría hacer mucho después: “Había un comic, muy retro ya, Superman contra Mohamed Alí. Alí fue mi primer referente. Ha sido el estandarte más grande del Boxeo. Luego, más crecido, admiré Tayson que fue una verdadera explosión”.

Esas fueron sus bases. Las imágenes del gran Mohamed Alí peleando contra Superman hicieron que lo que había nacido en su imaginación, se convirtiera  en un viaje sin retorno: “Empecé a ir a un gimnasio a hacer artes marciales. No llegué al boxeo hasta más tarde pero estaba claro que lo que quería era el deporte de contacto. Buscaba la verdad del contacto, de la competición. Inicié mi andadura en el gimnasio de Antonio Carmona que estaba en la plaza de Belén. Después de pasar por el kárate y otras disciplinas llegué al Full Contact. Esto se aproximaba más a lo que yo deseaba. Fui cinturón negro y acudí al Campeonato de España de artes marciales mixtas con 16 años. Con esa edad me metí en una jaula de las que se ven ahora en televisión y fui tercero de España. Perdí contra un hombre de 31 años”.

La vertiginosa aventura de Raúl para conseguir que los sueños se convirtieran en realidad, solo estaba dando sus primeros pasos. La determinación era clara. La vocación un hecho incontestable, pero nada iba ser fácil. Los obstáculos estaban ahí y no eran pequeños: “Cuando cumplí la mayoría de edad le dije a mi padre que no quería estudiar una carrera, que lo que quería estudiar era boxeo. Él no estaba muy de acuerdo y tuve que hacerlo todo por mi cuenta. Trabajé en bares y fui ahorrando dinero para poder empezar por el camino que yo había elegido.”

Raúl Buendía, con su edad para decidir recién estrenada, eligió un barrio madrileño lleno de imágenes y de recuerdos pugilísticos, Vallecas. La barriada más popular de la capital de España es un templo del boxeo de siempre. A Vallecas llegó con muy pocos años también, Antonio Ruiz “ El Emperador de Vallecas” que en los años veinte logró el primer título continental de la historia para boxeo español. Allí, en los gimnasios del barrio, se crió Poli Díaz y entre las cuerdas de esos cruadriláteros preparó Castillejo su asalto al cetro mundial. En Vallecas, Toni Redondo le bautizó como «Gordito» para siempre: «Estaba un poco subido de peso y Redondo, que es como un hermano para mí, por no llamarme gordo directamente me llamaba «Gordito» de ahí viene».

Campeón de España como profesional. Sueño cumplido.

No fue una casualidad que Raúl buscara Vallecas. En ese lugar estaba todo lo que necesitaba para cimentar su carrera: “Llegué a Vallecas y alquilé una habitación. Estuve dos años. Mi primer combate oficial lo que hice en el campo del Rayo, en los campeonatos de la Comunidad de Madrid, peleando para el club de mi maestro Don Miguel Sánchez Galán. Fue una persona importante para mí. Tengo una foto suya presidiendo mi día a día a modo de homenaje permanente. Estuve viviendo con él, en su casa. Fue una formación constante. A todas horas hablábamos de boxeo.  Por las noches veíamos combates, por las mañanas y por las tardes entrenábamos. Fueron dos años importantísimos. Luego volví a Jaén porque mi padre se jubiló y tuve que hacerme cargo del restaurante, pero seguí subiendo todas las semanas y combatiendo por la Comunidad de Madrid”.

La relación afectiva y humana con  Sánchez Galán no se romperá nunca porque permanece en el corazón de Raúl Buendía, pero la vida le puso un obstáculo al lazo deportivo de enseñanzas permanentes: “Todo aquello se terminó cuando mi maestro cayó enfermo con Alzehimer”.

Miguel Sánchez Galán, primer maestro de Raúl Buendía.

Sin embargo su maestro, pese a estar atravesando un trance difícil, todavía iba a hacer algo muy importante por Raúl. Antes de desvincularse definitivamente de su dirección, entregó a Raúl una llave que le abriría las puertas del boxeo profesional: “Mi maestro me dio una carta de recomendación para Antonio Sánchez Hidalgo que sería mi segundo maestro, tomando el relevo de Sánchez Galán. Fui a Córdoba al encuentro de Antonio Sánchez y desde ese momento fue él  quien dirigió toda mi carrera profesional. Es un hombre con una reputación enorme dentro del mundo del Boxeo. Seleccionador, Olimpiadas, campeones de Europa. Ha hecho cosas muy importantes”.

La primera conversación entre ellos fue muy directa. El maestro quería saber, además de todo lo que le había contado Miguel Sánchez Galán, qué pensaba y que quería su nuevo púgil : “¿Tú qué quieres ser? Yo quiero ser Campeón de España profesional”. Así empezó el camino de Raúl “Gordito” Buendía hacía la corona nacional.

El camino fue largo pero tenía ya el objetivo claro: “Entonces todavía no era boxeador profesional. Antonio, desde aquel momento, me sacó del rincón. En todos los combates que  hice en Jaén estaba él, desde aquel de 2006. Con ese combate el boxeo volvió a Jaén después de 30 años sin haber habido una pelea”. Mientras Raúl hablaba del barbecho de treinta años que vivió el boxeo en la capital, sobrevolaba en la conversación el nombre de Jorge Roa, “Jorgito”. El rostro por excelencia de las catorce cuerdas en Jaén. Bajito, puro nervio y amor al boxeo por encima de todas las cosas.

Raúl Buendía y su maestro Antonio Sánchez Hidalgo salieron al encuentro del objetivo y después de una dura singladura, en el horizonte apareció la posibilidad de disputar el título de España en dos categorías, “Medios” y “Supermedios”. La Federación Española de Boxeo proclamó aspirante a Raúl en la categoría de Supermedios y hacia ese título pusieron proa: “Dos meses de intenso trabajo. Entrenamientos y estudio del rival. Era un hispanosuizo que tenía buen palmarés. Se trataba de analizarlo todo y tenerlo aprendido hasta el máximo. A estas alturas y en deporte profesional todos seguimos los mismos pasos y el trabajo es igual de minucioso. Las diferencias son muy pocas. Traté de prepararme lo mejor posible. Ganamos la subasta del combate y lo pudimos traer a Jaén. Era un punto a favor si lo sabía gestionar bien. Estar en casa y ante tu público es una responsabilidad y, si no controlas la cabeza, puede restarte. Hay que tener fortaleza mental. Los pequeños detalles de un combate tan importante dependen de la cabeza, del  control mental”.

Buendía y Antonio Sánchez

Era la cita de su vida. Diez asaltos contra Blas Miguel “Colorín” Martínez. Junio de 2012. IFEJA. Noche con sabor a boxeo en Jaén. La bandera de España presidía el ring y a los lados dos aspirantes sujetando los nervios. El combate fue a los diez asaltos establecidos. La puntuación se presumía muy ajustada y así fue. Un juez dio empate a los puntos y dos señalaron  ganador a Raúl “Gordito” Buendía: “Fue la culminación de un largo camino de esfuerzo. Un premio a la fe y al trabajo. Lo que había soñado se cumplió esa noche”. Ya era Campeón de España.

La vida le quiso apartar del ring y lo hizo, de forma precipitada, cruzando lesiones graves en su camino. Las piernas, las caderas…en 2014 tuvo que decir adiós a su carrera como boxeador profesional. Su vida sigue ligada al boxeo.

Sugar Ray

Ahora en Sugar Ray, su templo de combate en Jaén, trata de mantener la llama del boxeo viva. Su amor al boxeo le ha llevando a esta cruzada para que no vuelva a haber tiempos de ausencia: «Creo que hay futuro. Tenemos buenas promesas. Hay algunos chavales con muchas condiciones. Está Esaú Castillo, Romerito II. Es un Supermedio que apunta muy buenas cosas.Tenemos varias chicas muy buenas. Alguna incluso, como Marta López, en la Selección. Carmen González, deportista de alto rendimiento para la Junta de Andalucía. Creo que hay futuro. De todas formas, por suerte, hay mucha gente que no se acerca solo para competir. El boxeo es un deporte completo. Ayuda en otras disciplinas y no es necesario subir y cambiar golpes. Es un deporte noble y las personas que lo practican lo son». 

Su discurso es apasionado, sereno, tenaz y está cargado de esperanza. El sonido del Sugar Ray es la banda sonora de su vida y los jóvenes que interpretan esa música la demostración de que los sueños se puede cumplir.