Inicio Opinión Antonio Oliver La bella y la bestia

La bella y la bestia

Compartir
La Bestia del orden y la eficacia imnotizó a una Bella triste en Lisboa

Confirmado. Al París Saint Germain le falta un hervor. Las finales se juegan de otra forma. No hay revanchas ni segundo partido. Si no hay eficacia hay derrota. Los franceses son autores de su propio fiasco. Fueron ellos los que, con el Bayern de Múnich concediendo ocasiones, las fallaron o no supieron zafarse de Neuer que viene a ser lo mismo en clave de resultado. Dispusieron de muchas y muy buenas. Un equipo campeón no necesita tantas oportunidades para sellar su liderazgo. La prueba fue el Bayern. Encontró una cortesía en la defensa de Keylor Navas  y puso la pelota en su sitio. Hubo otras oportunidades para los alemanes  pero solo necesitaron esa, en vista de la grosería rematadora del rival.

Visto el resultado se puede echar mano de un “dicho” que casi había entrado en desuso: “El fútbol es algo que juegan once contra once y que siempre ganan los alemanes”. La afinada máquina “wagneriana” de los alemanes había sonado contundente y eficaz durante todo el proceso previo. Eso le daba una condición innegable de favorita. Sin embargo las dinámicas cuentan mucho en el fútbol y en la vida. Los franceses llegaban con un punto de buena suerte y con dos genios en estado de hambre. M’Bappé y Neymar Junior estaban ante su graduación como estrellas. El pronóstico era incierto.

Sin embargo las fecundas virtudes del Bayern pusieron colofón a una trayectoria impecable desde que Hans-Dieter Flick, en la jornada once de la Bundesliga, sustituyera a Nico Kovac. El equipo pasó de estar instalado en la sospecha a despejar todas las dudas. La reconstrucción empezó por la mente pero siguió rehabilitando a jugadores como Müller, por ejemplo; devolviendo la fe a una plantilla cargada de virtudes pero cubierta por una pátina de impotencia y tocando el libro táctico para exprimir las fortalezas de una gran colección de estrellas. El proceso culminó anoche tras unos partidos en los que los jóvenes del Bayern –   Gnabry, Alphonse Davis o Coman– pidieron protagonismo. Kingsley Coman se encargó de concretar la obra en un gesto muy cruel para los parisinos porque, el ejecutor de la sentencia, se crió en su cuna. Con los jóvenes, los de siempre, Manuel Neuer, Thiago, Müller, Lewandowski… que resucitaron de su letargo animados por las teorías de Flick. Si lo mental no está resuelto, lo físico es irrelevante. Los alemanes pusieron un fortísima mentalidad al servicio de todo lo demás.

Paris Saint Germain se encuentra hoy más cerca del objetivo que persigue pero si los virtuosos desafinan, pese a que la partitura sea la más idónea para la exhibición y la gloria, la meta seguirá siendo un sueño. El fútbol no espera a nadie. Los mejor dotados, las figuras emergentes, deben actualizar sus potencias en los momentos cumbre o envejecerán siendo brillantísimos  aspirantes. Ojalá para Al Khelaïfi que sus estrellas hayan madurado. Las grandes citas, sobre todo cuando pierdes, curten. Nada hace aprender más a un niño que perder, por falta de actitud o acierto,  el regalo que creía ganado o destinado para él. Eso duele. Si la derrota ha cargado de rabia y de deseo a Neymar y M’Bappé, el PSG habrá ganado algo perdiendo de Lisboa. Lo veremos. De momento ayer, la Bella no pudo con la Bestia.