Vivimos instalados en el «Caso Vinicius». Cada uno de los agentes que tienen papel en la tragicomedia en la que se ha convertido esto, pretenden tener la opinión más acertada y la única válida. Error. Simplificar lo complejo es confundir o mentir directamente.
Hablan los rivales, habla el jugador, hablan los entrenadores; habla su entrenador. Hablan los aficionados, a los que sus clubes ningunean o usan según conveniencia, y que se empoderan, triste consuelo, denigrando al jugador o defendiéndolo sin tasa, para tener la sensación de ser útiles.
La prensa lo califica en un arco que va desde el insulto inadmisible y rayano en lo racista, hasta la comprensión laudatoria, pasando por quienes creen que el tiempo lo arreglará todo. Moderno Babel que hace imposible entender el problema o dar con la tecla…si en realidad se quiere dar con la tecla.
José Antonio Marina, pedagogo, filósofo y escritor dice: «La educación del niño es responsabilidad de la tribu». Exacto. Creo que la solución al problema, no de Vinicius que sólo es un caso más, es poliédrica y tiene que venir de una acción conjunta de todos los actores en favor del juego limpio y contra las valoraciones sesgadas y de parte.
Esa sería la solución pero siguiendo también al profesor Marina, soy pesimista porque en el fútbol hay muchas morales hechas a medida y muy poca ética.