Inicio Opinión Antonio Oliver Juan Gómez: sinfonía inacabada de fútbol y vida

Juan Gómez: sinfonía inacabada de fútbol y vida

Compartir

Este artículo, originalmente, ha sido escrito para La Bombonera, revista de humor y deporte que se publica en Málaga. Ha sido una petición de mis amigos Ángel y Pachi Idígoras dos genios que, como Juanito, hacen fácil la compleja tarea de contar la vida en román paladino y que se entienda con una sonrisa. Honor tenerlos como amigos y placer estar, siempre que quieran, en su equipo. El día de su publicación, 2 de abril, se cumplieron 24 años de la muerte de Juan Gómez.

juanito-300x247 (1)A las ocho de la mañana un compañero de Radio Sevilla vino a tocar a mi puerta. Yo dormía y dormía tan profundamente que, como mi apartamento era un bajo, decidió golpear la ventana de mi dormitorio para intentar que la estridencia del puño contra el cristal me despertara.  Desperté. No sabía si aún estaba en el sueño o, de verdad, había despertado: “Tú amigo Juanito se ha matado en un accidente, lo siento”. No hubo respuesta. Yo seguía en una nube. Manolito Arenas, la persona que vino a avisarme, nos había visto hacía unas semanas hablando sobre el césped del Ramón Sánchez Pizjuán. Se jugaba un Sevilla- Real Madrid y Juan vino a verlo. Él entrenaba al Mérida y yo era Jefe de Deportes en la SER.

Deseaba que aquello fuera una pesadilla, la peor, pero una pesadilla. Abrí la ventana…llovía. Las piedras del patio brillaban y la tierra del jardín olía como a mí me gusta. De pie, frente a los hierros de la ventana, oliendo a tierra mojada y con el aire fresco en la cara, pasaba una y otra vez la secuencia: “Tu amigo Juanito se ha matado en un accidente, lo siento”. Era horrible. Ni me inmuté. No sabía qué hacer, qué pensar. Era, cómo si no concediera crédito y pensara que, todavía, todo era fruto del cansancio y del sueño. La costumbre me llevó al aparato de radio y sonó un informativo. Entonces aterricé. Sentado en la cocina, con un vaso de agua en la mano, recordé la última conversación con Juan. El partido iba a empezar. Sonaban las alineaciones del Real Madrid y del Sevilla por la megafonía. Me contó que ya tenía un compromiso con el Burgos, Primera División, para la próxima temporada: “Mi compadre Martínez Laredo me lo ha confirmado, estoy muy contento. Es la oportunidad que necesitaba”. Hablamos de sus roces con Paquito, un delantero centro que tuvo como compañero en Málaga y que entonces estaba en su plantilla del Mérida. En ese momento no había tiempo para más, pero teníamos mucho que contarnos. Saludó al delegado del Real Madrid y nos despedimos. Esa tarde quedamos en vernos, dos semanas después, a mitad de camino. Él vendría desde Mérida y yo iría desde Sevilla. La cita fue en Monesterio. Me pidió que no usara la información de su fichaje con el Burgos. Jamás he roto algo así. Creo que él lo sabía pero, las experiencias vividas, le obligaron a decirlo. Recuerdo que subí a mi cabina de radio feliz. Había visto a Juan muy centrado, muy seguro y con una decisión tomada: la oportunidad del banquillo no la iba a desperdiciar.

morenoMálaga ha sido para mí, por muchas razones, un lugar especial. Cada vez tardo más en volver pero considero que esa ciudad también es mi casa. Mis años en calle Palestina, mis compañeros de SER Málaga (Méndez, Atencia, Álvaro, Paco Rodríguez, Barrero, Ricardo, Concha, Enrique Jesús Moreno, Eduardo, Mariví, Paco Herrera, Ana Tere, Paco García, Juan Carlos Ramírez, Inma Urbano, Jorge…y veinte más que me dejo…pero a los que quiero lo mismo. Sin olvidar al genial Paco Morillas de la Cueva del mero..entrañable) y los años de fútbol contado, son parte de mi vida afectiva, mucho más importante que mi vida profesional. 

Antonio Méndez fue un excelente introductor de embajadores para mí, me «atizó» todo loOLYMPUS DIGITAL CAMERA que pudo y su empuje pedagógico me enseñó Málaga con rapidez. Siempre estaré en deuda con él. Atencia es una maquina de mediar. Periodista profundo y persona descomunal. Los informativos y la redacción de deportes eran dos conjuntos disjuntos que no podían pasar los unos sin los otros. Una familia. Méndez y Atencia hacían una radio informativa adelantada a aquel tiempo. Eran un laboratorio de noticias e investigación que hervía a diario. Ellos marcaban un ritmo que daba gusto seguir. Nos sumamos todos, redactores, técnicos y gente de programas. Cuando llegaba el caso y sin orden prevía había una sola redacción al servicio de la noticia, la que fuera. Era un placer vivir aquella tensión y aquella manera de contar la vida.

alvaroAlvarito fue mi parte más vulnerable. Creció con la inocencia como arma, las ganas como recurso y la fe como alimento en tiempo de crisis. La vida nos jodió bien. Perdí un hermano menor cuando se fue. Jugué con él muchos partidos de periodismo. Muchas tardes de espetos en Torremolinos y horas de confesionario sentimental. Me lo contaba todo. Álvaro me enseñó a amar el baloncesto, me dibujaba jugadas y me hizo sentirme cerca de Imbroda, Ray y Mike Smith. Me tranquilizaba ante las cosas raras de Pesquera y, cuando iba a La Rosaleda, siempre se fajaba para traer algo diferente que, si no era noticia, seguro que era algo raro y que sólo teníamos nosotros. Tuvo mucha paciencia conmigo. Yo quería que fuera el mejor a fuerza de quitarle la inocencia. No sé si hice bien. Nos rozamos mucho. Se enfadaba pero era incapaz de mantener el enfado.Podría ir de uno en uno pero solo diré que, entre todos, me hicieron más periodista y mejor persona. También eso se lo debo a Málaga

anayaAterricé en La Rosaleda siendo Luis Costa entrenador y Paco García Anaya presidente. Los dos de un nivel humano brutal. Quizás por eso José Pardo se los llevó por delante. Sin embargo habían construido un Málaga de ilusión. Algunos jóvenes de la casa y un arsenal de experiencia. Todo el mundo sabe cómo terminó aquello. Al Málaga, por las guerras intestinas, no le fue demasiado bien, pero yo empecé a sumar amigos que todavía conservo. Anaya me asombró por su forma natural de plantear las cosas más complejas. Le hizo falta un poco más previsión. Sin embargo, García Anaya es, por principio, bueno y no supo intuir ni las trampas ni los recortes. Cuando lo intuyó siguió confiando y cuando el asalto a su cargo fue un hecho, se marchó más triste que con rabia. Fue un presidente que actuaba con el corazón como herramienta y eso, en el fútbol, es un riesgo. Estoy seguro que el ya lo sabe pero, de eso también estoy seguro, en el fondo no se arrepiente de hacer lo que hizo y cómo lo hizo. Genio y figura.

Juanito volvió al Málaga después del episodio en Alemania con Matthaus. En el  mattahusviaje de ida hacia Alemania – me contó Juan-  Luis De Carlos le anunció su renovación por dos temporadas. El lance con el jugador del Bayern, al que piso en la cabeza, le supuso una sanción de cinco años para competiciones europeas. Aquella misma noche, en el hotel del Real Madrid, Juan Gómez habló con De Carlos y le dijo: “Presi, alguien que ha hecho lo que yo he hecho, no puede jugar en el Real Madrid. Disponga lo que crea que yo lo acepto”. Con el tiempo Juanito y el jugador alemán hicieron las paces.

junito4Juan salió con destino a Málaga y allí conocí personalmente a un jugador de fútbol, cruzado con torero y héroe de causas imposibles. Era un romántico y no mostraba mucho pesar al decirme: “He sido dos veces rico y dos veces me han engañado y me he arruinado”. No concedía más importancia a esas desdichas. Vívía. Cuando estaba «en tiempo de confesiones» se abría y se convertía en un contador de cuentos que parecían imposibles pero, en realidad, estaba contando su vida, la de cuando era niño, la de sus padres y sus hermanos. La del crío que soñó con ser futbolista y lo consiguió. Hablaba y daba la impresión de que las cosas pasaban en ese momento. Juan tenía una habilidad enorme para hacer creíbles y cercanos sus alegrías y sus dramas. Era pundonor, coraje, pasión, ternura, sensibilidad, revolución y nobleza. Tiene episodios para ilustrar todo esto sin ningún problema. Sin embargo para definirlo solo se me ocurre un término: verdad.

Su obligación era estar contra el poder. Recuerdo sus pulsos con José Pardo, presidente del CD Málaga,  tras la confabulación contra García Anaya, y sus ruedas de prensa llenas de verdades y de dolor. Había muchas cosas no explicadas pero Juanito todavía iba a tardar unos años en ser Juan Gómez y alcanzar el equilibrio fértil que lo convertiría en un excelente entrenador. En Málaga era un mito.

Mantengo viva en la memoria aquella tarde en la que, con el Real Madrid como visitante en la Rosaleda, Juanito hizo un gol de genio. Cosas suyas. Era el cuatro de junio de 1989, su segunda y última temporada con el Málaga. El Málaga tuteaba al Real Madrid pero todos esperaban que Martiricos estallara con una firma personal de Juanito. Había mucho morbo. Pasó. Juan amarró un balón muy lejos de la portería y, viendo a Buyo ligeramente adelantado, hizo lo que primero que se le pasó por la cabeza: un golazo. El estadio vibraba. Era la rúbrica soñada para la obra de un Aquiles que nació en Málaga y que quiso ofrendar a su gente una obra maestra ante el mayor rival. Era una forma de honrar dos veces.

La salida del estadio fue una romería de vivas y parabienes. Laurel para el héroe. Juanito, el futbolista, restó importancia a la hazaña. En ese momento ya estaba pensando en buscar a Juan Gómez y pasar página. Luego jugó en Los Boliches, pero eso ya tenía más que ver con el dictado del corazón que con el fútbol.

manzanoAl final de aquella temporada el Real Jaén de Gregorio Manzano había ascendido a Segunda B y la situación económica del club impidió que los jugadores cobraran las primas por el ascenso. En una conversación con Juanito le conté la historia y, sin pensarlo, me dijo: “Cuenta conmigo para lo que quieras”. No había terminado la temporada en Primera o, si había terminado, los jugadores seguían bajo la disciplina del club. No sé cómo lo hicimos ni con qué permisos pero, desde Málaga con destino a Jaén, salió una expedición singular. Tres coches llenos de futbolistas. Uno el de Juan, otro el mío y otro el de Jaime. Organizamos un partido en Jaén en un abrir y cerrar de ojos. La ropa nos la regaló la marca que vestía al Cádiz, “Hummel”, Radio Jaén pagó cena y hotel y el Real Jaén, lógico, cedió el campo. No recuerdo todos los nombres pero allí estuvieron Jaime, Juanito, Makanaky, Merino…el partido fue un éxito. Los jugadores del Real Jaén cobraron una prima especial y abrazaron a un jugador del fútbol que no desaparecerá nunca. Aquella tarde Juanito marcó el último gol de su vida como jugador de fútbol. Avanzó por la banda derecha, y a la altura del vértice superior del área grande, viendo adelantado a Ignacio marcó un gol y, sin saberlo, una despedida. El balón, premonitorio, primero tocó el cielo y luego se dejó caer dentro de la portería. Luego efectivamente, jugó en Los Boliches pero allí ya no marcaría. Se retiró y, puedo decir que su última genialidad de gol, la hizo por amor al arte y a sus compañeros de la humilde plantilla del Real Jaén.

Agradezco a Málaga la fortuna de haber conocido a un hombre duro por fuera y tierno, hasta más no poder, por dentro. El futbolista era especial, la persona única. Cada vez que me hablan de coraje lo recuerdo pero, cada vez que alguien habla con el corazón y lo pone por delante, solo lo recuerdo a él. Nunca he ido a Monesterio…ya no tiene sentido.