Hace poco más de cuatro meses el Madrid le ganaba al Barça la Supercopa de España por un con un 5-1 y se desataba la locura prematura. Ernesto Valverde no valía, la depresión post-Neymar sería eterna tras un verano de vacío en cuantos fichajes, y el Barça no se comería un rosco. Pero el fútbol no tiene memoria, y de ese traspié de estío pocos se acuerdan. 14 puntos de distancia separan hoy a blancos de culés, que se plantaron en el Bernabéu a hacer daño.
El Madrid llevaba tiempo con síntomas de catarro, y el Barça, con una fórmula más antigua que el propio fútbol esperó el momento para atacar a la yugular. Sin prisa, con tiento y directo a la red cuando fue necesario.
Pero primero mordieron los de Zidane, con una presión cansina desde el inicio y con un planteamiento que funcionó muy bien en la Supercopa, pero nada más. Pudieron matar los blancos en la primera mitad. El partido estaba para eso. Un gol, y la balanza caería en picado para uno u otro lado.
Pero tras el descanso llegó el desatino, y un pasillo que los blancos esperaban pero que terminaron haciendo a un Ivan Rakitic que se paseó por la medular, como si el croata fuera cojo en esto del fútbol. Del desatino a la desesperación de Ramos, que pudo ampliar su fatídico récord de rojas. Y de Carvajal, que lanzó a la desesperada a por un balón que no era suyo. Messi mató desde el punto de penalti, se ofreció a la grada del Bernabéu y Vidal remató.
Falta un mundo. 63 puntos en juego, 66 para el Madrid. Y ya se habla de un campeón azulgrana. Paciencia. Que por suerte para los que nos gusta esto, aún estamos en diciembre.