Segunda victoria en cuatro días del FC Barcelona en el Paseo de la Castellana. Esta vez, por un resultado menor (0-1) al del pasado miércoles (0-3), pero con un control mayor. Un gol de Rakitic en la primera mitad le sirvió a los visitantes para conquistar el Bernabéu en algo que es ya una rutina en los últimos años. Lo normal desde que Guardiola, diez años ha, hiciese lo propio con un 2-6 que todavía escuece en el madridismo cuando se recuerda.
El Real Madrid de Solari, pese a la mejoría de enero y febrero, sigue siendo un equipo absolutamente mediocre. Sin gol, sin solución. Que los mejores del equipo blanco sean Vinicius y Reguilon es una pésima noticia y habla fatal del equipo (aunque, para el futuro, esto sea una gran nueva). Aunque contó que alguna que otra buena ocasión, la sensación fue que el Barça pudo haber matado el encuentro en cualquier momento si no hubiese jugado a medio gas.
Y el mejor de todos fue Gerard Piqué Bernabéu. Imperial al corte. Su partido fue una absoluta «master class» sobre cómo se ha de defender. Gran pareja la que hizo con Lenglet, y Arthur, en el medio del campo, se dedicó a enfriar y dominar cual dictador el partido. El Real Madrid, realmente, solo tuvo opciones en los arreones. Y Vinicius fue atado más en corto, por lo que el peligro que generó fue menor.
Y se mereció, por su apatía y dejadez, Bale los pitos del público. Lo mejor fue, por contra, el aplauso que el respetable dedicó a Isco cuando salió a calentar, primero, y luego al terreno de juego. El Real Madrid debería recuperar al malagueño, de cara a temporadas venideras, y no permitirse el lujo de dejar escapar a un jugador de leyenda, por mucho que le pese a Solari. La Liga, por tanto, queda a 12 puntos. Imposible. Ya solo queda la Champions. Y el Ajax llega, el próximo martes, con ganas de dar la campanada.
Fotografía: Realmadrid.com
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