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Compañeros de clase

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Termina el partido. A Pepe le entrevistan. Tiene toda la pinta de un examen. Empieza con dudas. Parece que va a tirar de respuestas tópicas y poco creativas. Pero no. Se lo había preparado muy bien. Manejaba y dominaba el examen. Un terremoto de declaraciones atraviesa los micrófonos y llegan a todas las redacciones de los medios deportivos.

Pepe se rebela. Se sabe dominador de este ejercicio y quiere sacar nota. No usa palabras vacías. Con palabras sentidas, de compañero, de amigo, de portador del brazalete de capitán del Real Madrid afirma: “Iker es una institución en el club y en España”. Respeto hacia Iker.

Uno de los temas transversales que figuran en cualquier currículum educativo es el del compañerismo. La escuela, fuente del saber y de preparación para la vida, enseña  que el compañerismo es clave, fundamento y valor del buen comportamiento, de la solidaridad y del respeto mutuo.

En la escuela, en el fútbol, en cualquier lugar, espacio o trabajo cuando un compañero pasa por un momento de dificultad o de adversidad, el resto se entrega para ayudarle a superarlo. Se entrega con palabras, con gestos y con actitudes. Es en ese momento cuando el ánimo y el apoyo de tu compañero te inyectan toda la fuerza y la moral del mundo.

Pepe presentó su examen. Perfectamente elaborado y explicado. Certero. El más y mejor preparado.

Hasta ahora el central blanco había sido uno de los guardianes de la fortaleza mourinhista, pero este examen lo estudió por su cuenta con la serenidad y la tranquilidad de la buena preparación y de acertar en las respuestas: “Los jugadores y la afición estamos con él”. Sentenció.

Ahora Pepe sólo me queda ponerte nota en esta evaluación futbolística. Por tu decisión, por tu explicación, por tu exposición, por tu compañerismo…Pepe: ¡Sobresaliente!… ¡Un diez!… Pepe, ¡de diez!.  Palabra de fútbol.