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El estado Simeone

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simeone manteadoEntre ganar al Real Madrid y controlar su tendencia a la autodestrucción, para el Atlético lo más fácil era lo primero. Ya lo ha hecho. Ahora tiene una tarea mucho más complicada: controlarse a sí mismo y no desmontar un estado de ánimo que ha costado muchísimo lograr. Simeone, indirectamente ayudado por una coyuntura externa, eclipsó los efectos de la bicefalia y ha conseguido centrar la vida del equipo situando el balón y lo deportivo como eje. Algo tan claro, si hablamos de fútbol, ha sido tradicionalmente imposible para este club. Siempre había una razón lateral que, realidad o ficción, explicaba los descalabros y los tropezones en lo más llano. Siempre había una catástrofe ajena al balón que daba cobertura a la fatalidad deportiva y a falta de esto, como recurso, la tragicomedia del Pupas.

 El triunfo en la Copa del Rey, cómo y dónde se produjo, es algo que los atléticos recordarán siempre pero deben sacudirse la tentación de volver a pensar que con esto tienen para  medio siglo. Algo como lo del sábado es lo que necesitaba el equipo para ponerse a la altura de su historia. A partir de ahora habrá que comprobar  la cimentación y el estilo que se le quiere dar a lo que viene. Manteniendo la unidad de criterio, si no hay urgencias que primen sobre lo deportivo, si se establece el estado Simeone y logra imponerse a la confusión de lenguas, pueden haber encontrado un camino. La tragedia deportiva, la resignación ante lo inevitable o el abrazo incondicional a la derrota pueden rezumar poesía y alimentar una leyenda pero lo que destilan seguro, es mucha frustración.

Los atléticos más viejos y los jóvenes que nunca lo habían visto saben que una alegría es más bella y mucho más gratificante que el relato de un amor incondicional, unido al mantra de la derrota. Nada que ver.