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Festival europeo en el Villamarín

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efe betis zaragozaReal Betis 4-0 Zaragoza.

Imagen: EFE.

Fernando Alcalá-Zamora Ruiz

Ante una afición local volcada con el equipo, el Betis desplegó todas sus virtudes para desdibujar a un Zaragoza abocado al descenso.  Los goles de Rubén Castro, Jorge Molina y Dorlan Pabón en dos ocasiones sitúan al Betis virtualmente en Europa para la próxima temporada.

Aún no habían terminado de acceder al graderío los casi 48.000 béticos que abarrotaron el Benito Villamarín cuando Rubén Castro colocó por primera vez el balón dentro de la meta defendida por Roberto a los catorce segundos de juego. Fue un chispazo que marcaría la tónica del encuentro. Rapidez en la combinación y movimientos de los jugadores verdiblancos, y certeza en la búsqueda de la portería rival.

Se plantó el conjunto de Pepe Mel sobre el terreno de juego con la lección aprendida tras el descalabro de Mallorca la semana anterior y demostró por qué los puestos punteros de la clasificación han sido el hábitat en el que los de Heliópolis han vivido esta temporada. Solidez defensiva, centro del campo capaz de controlar las diferentes etapas del juego con eficacia, y arietes de ataque engrasados para buscar en cuestión de segundos sorprender a la zaga rival.

Todas las piezas encajaron a la perfección y el Betis asfixió a un Zaragoza que hubo de nadar a contracorriente y bajo presión durante los noventa minutos. Rubén Pérez y Beñat, unidos como piezas de un mismo mecanismo, dominaron, achicaron espacios y distribuyeron el balón con inteligencia. Por delante, Jorge Molina que reaparecía tras lesión consiguió fijar a la defensa maña para disfrute de Salva Sevilla. Con tiempo para pensar y espacio para construir jugadas ofensivas, Sevilla cuajó una actuación brillante que se vio acompañada por el vértigo que en punta de ataque ofrecieron Pabón y Rubén Castro.

El planteamiento hizo que el Zaragoza se desmoronase cual terrón de azúcar y el Betis, con el objetivo europeo entre ceja y ceja, olió sangre y desarboló al rival. En una de las constantes internadas que protagonizarían los atacantes locales, Rubén Castro se plantó en el área rival, dribló, levantó la cabeza, y asistió a un Pabón que entraba como un puñal por el corazón del área para poner el 2-0 y levantar de sus asientos a la parroquia sevillana.

El Betis, al que todo le salía bien, continuó sin aflojar el ritmo y hasta en cinco ocasiones tendría la oportunidad de aumentar la renta antes de que el colegiado, Mateu Lahoz, decretase el final de la primera parte.

Tras la reanudación el guión seguiría invariable, con un Zaragoza impreciso y desubicado a merced de la voluntad de los de Pepe Mel. Mal día escogieron sus hombres, pensaría Manolo Jiménez, pues los verdiblancos no tardaron en volver a batir a un desesperado Roberto. Esta vez sería Jorge Molina, a pase de Pabón, el encargado de conducir el esférico a la red tras un mano a mano resuelto sin titubear.

Llegados a este punto, la afición ya no dejaría de cantar y animar desde las tribunas del Villamarín en lo que pasaría a convertirse en una celebración adelantada por la clasificación europea. El Zaragoza era un juguete roto sin fuerzas para levantar tan siquiera los brazos, y en las pocas ocasiones con las que contaron, tanto los zagueros como el guardameta Adrián se mostraron inexpugnables.

Redondearía el marcador de nuevo Pabón en el minuto 71 en un fugaz contraataque iniciado por Salva Sevilla para cerrar una noche de ensueño en la capital andaluza. La soberbia actuación deja al Betis a tan solo un paso de la gloria europea a falta de rematar la temporada la semana próxima frente al Levante. Al Zaragoza, por su parte, únicamente le queda luchar por el milagro para salvar la categoría.