Difícil hablar de Salva Ballesta. Trae cola todo lo que dice o hace, todo se analiza con lupa cuando el maño saca su lengua a pasear. Todo es criticable. Pero polémicas aparte, no pienso mezclar churras con merinas ni fútbol con política, Salva Ballesta es un excelente trabajador. Un excelente trabajador que acaba de firmar por el que será su primer equipo como entrenador profesional, el Atlético Malagueño.
Ambición, compromiso, constancia, disciplina casi militar son algunos de los rasgos característicos del gen Ballesta. Ese mismo gen que tratará de inculcar a las jóvenes promesas del Málaga Club de Fútbol. La nueva realidad del Málaga obliga a eso. Sin presupuesto para grandes figuras Schuster tiene que mirar hacia abajo y Salva va a ser el encargado de lidiar con un grupo de canteranos que llevan tres años intentando ascender – sin éxito – a Segunda División B con el objetivo personal de que alguno llegue al primer equipo.
Si las cosas salen como Ballesta espera el Malagueño será un equipo agresivo, que juegue y sobre todo trabajador. Así lo expresó en numerosas ocasiones durante el curso de entrenador de la RFEF que juntó a un elenco de figuras de la talla de Tristán, Morientes, Gerard o Helguera.
Una apuesta arriesgada. Ballesta es un pastor novato al frente de un rebaño imberbe amenazado por los lobos de la Tercera División. Lograr el objetivo va a seguir siendo difícil con o sin Ballesta pero algo podemos asegurar, al aviador no se lo van a comer los lobos.
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