Guardiola se ha visto en el espejo de los hechos fatales. Hace unos días usó el nombre de Tito en vano. Lo usó para dirimir querellas con el Barça y con Rosell. Pep no puede ser tan insensible pensaba, seguro, que lo de Vilanova era ya un hecho superado. Sin embargo los hechos son ácidos e inoportunos, son terribles. Hoy Guardiola confirma lo que se dijo aquí ayer: son amigos. Ya no sé si Pep quiere mucho o poco a Tito, los amores son o no son, no se miden en valores intermedios. El cariño, como el amor, es un acto involuntario. Lo cierto es que, para su tranquilidad y para que no se discuta algo de lo que no cabe duda, ha dicho que quiere muchísimo a Tito. El dolor y la fatalidad son la prueba del algodón. Lástima que haya que llegar a esto para expresar ciertas cosas sin complejos.