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Santander, protagonista de los octavos

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FUTBOL 11/12Como era de esperar, Madrid y Barça no dieron opción a la sorpresa y encarrilaron sus eliminatorias de Copa. Tanto Ancelotti como el Tata Martino, alinearon a sus mejores jugadores para evitar sobresaltos y todo quedó visto para sentencia. La remontada del Getafe se antoja imposible y una revuelta del Osasuna en El Sadar, bastante improbable. El resto de partidos gozaron de una igualdad envidiable que deja abiertas todas las eliminatorias, lo cual resulta muy significativo. Y es que volvió a quedar patente, por si aún hay dudas, que los dos grandes de nuestro fútbol comen en una mesa a parte y que la distancia con el resto va en aumento. Solo ellos, los gigantes de las televisiones, fueron capaces de solventar el cotarro. El Atleti, rebelde e indomable en Liga, empató en Mestalla pese a que pudo ganar y perder.

Pero en esta jornada copera los focos apuntaron hacia Santander, triste protagonista de los octavos de final pese a erigirse, felizmente, como el único superviviente de la Segunda B en la competición. Primero, el pacto entre caballeros en el arranque del partido nos devolvió a una cruda realidad de la que tampoco ha escapado el fútbol en nuestro país. Con el pitido inicial, los jugadores del Racing se quedaron petrificados sobre el césped de El Sardinero mientras que sus compañeros del Almería jugaron el balón sin atacar. La imagen, vivida no hace mucho en nuestro estadio de La Victoria, sirvió para reivindicar el derecho que tienen todos los trabajadores del mundo mundial a cobrar su salario. La directiva del Racing, presidida por otro villano -un tal Ángel Lavín-, acumula casi cuatro meses sin pagar a sus jugadores y ha incumplido en más de tres ocasiones las promesas realizadas de abonar parte de lo adeudado a la plantilla. Eso sí, según cuentan los medios de comunicación cántabros, una de las primeras medidas que tomó el máximo dirigente al asumir el cargo fue ponerse un sueldo limpio de unos tres mil euros.

La situación que vive el Racing de Santander es insostenible y muchos aficionados aprovecharon las cámaras de televisión para tomarse la justicia por su mano. Así, al inicio de la segunda parte, un sector de la afición asaltó el palco del estadio con la intención de agredir al presidente. Para la historia quedará la triste imagen, injustificable, de unos aficionados cansados de unos dirigentes incompetentes que, probablemente, llevarán al Racing hasta su desaparición y después se marcharán de rositas. ¿Se hará justicia? Seguramente no. No en un estado donde los corruptos campan a sus anchas y donde existen mecanismos legales para sacar de las celdas a sus asesinos más sanguinarios. Sin embargo, episodios como este no sólo no solucionan nada sino que, además, contribuyen a ensuciar la gloriosa historia del viejo Racing.