Inicio 1ª División El Atleti, de cabeza a por la Liga

El Atleti, de cabeza a por la Liga

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El Atlético Madrid se ha impuesto al Valencia en Mestalla gracias a un solitario tanto de Raúl García. Los de Simeone deberán ganar dos de los tres partidos que les quedan para proclamarse campeones de Primera División.

Muchos animales han sido utilizados para describir el actual Atlético de Madrid: la fiereza del tigre, la entereza del león. En ese zoo de metáforas los aficionados del Manzanares se sienten alagados. No tienen en su equipo a un bicho, ni a una pulga. Los once jugadores que saltan al campo cada fin de semana son un solo cuerpo. Con una estructura tan rígida y duradera que llevan sin encajar un gol seis partidos, contando este contra el Valencia.

Pizzi guardó municiones para su particular final del jueves ante el Sevilla: reservó a Keita, Fede y Feghouli. Pese a ello, el Valencia saltó al campo con entusiasmo. Consiguió dominar el partido durante los primeros minutos y sólo un magnífico tiro de media vuelta de Villa logró inquietar a Guaita. El Atlético estaba partido, Parejo debió de sentirse extrañado cuando recibía en medio campo. Ni Gabi ni Tiago lograban llegar antes de que el madrileño se diera la vuelta. Las triangulaciones en banda, sin embargo, acababan convertidas en una lluvia de balones al área. Y en esas artes, los colchoneros son unos acorazados. El flujo de centros planos desde las bandas los rechazan como hacen las tejas con las gotas de lluvia.

Cerca del ecuador de la primera parte, el Atlético de Madrid pulsó el botón de encendido. Iniciaron una presión que el Valencia no podía vencer: la solución eran balones en largo donde Piatti y Alcacer tenían las de perder. Otra vía, más peligrosa, era la intentona por a ras de césped. El Atlético de Madrid es un equipo que de un saque de banda te monta un contraataque. Robo en la presión, saque de banda que acaba en un balón al área valencianista, el medio despeje vuelve a las botas colchoneras. Tras una sucesión de pases, Koke intenta colgar un centro completamente vertical al área.

Dicen las teorías del fútbol que esos balones son regalos para los centrales. Que sólo tienen que poner la frente para eliminar toda amenaza. Mathieu tenía la frente dispuesta para ello, pero Guaita, que estaba a media salida, le pide el balón. El francés hace caso a su portero, encoje el cogote y en ese instante Raúl García peina el balón fuera del alcance del meta valencianista. El cuero, llorando, entra en la portería después de tocar suavemente el palo. Una tranquilidad que precede al estallido de emoción de los 4.000 seguidores colchoneros en Mestalla. Un gol que valía tres cuartas partes de una liga.

Tras la salida de los vestuarios, El Atlético reculó con el sueño del contragolpe. Cedió, como ya hizo en la primera parte, el balón enterito para el Valencia. El de Pizzi es un equipo acostumbrado a esas situaciones. Las busca y las quiere. Era de esperar que llegaran los mejores momentos del equipo local. Sobre todo gracias a las botas y las ganas de Feghouli. El argelino  había sido uno de los reservados por Antonio Pizzi. Él y Jonas eran los únicos capaces de inventar un juego entre líneas donde la zaga rojiblanca sufre más.

Sin embargo, las ocasiones locales no llegaban. Parejo salió del césped cojeando y entró por él Vargas. Una apuesta ofensiva con la que Diego Costa se relamió. Sin embargo, al delantero hispano-brasileño se le quedó la miel en los labios en dos ocasiones. El villano Guaita, en dos perfectos mano a mano, se le impuso para evitar su gol número 28 en esta liga.

La expulsión por roja directa de Juanfran quedó en anécdota. El lateral se perderá, como mínimo, el próximo partido de liga frente al Levante. Los de Simeone tendrán que ganar a los de Caparrós si no quieren jugársela frente a Málaga y Barcelona. Por su parte, el Valencia dormirá pensando más en el partido del jueves frente al Sevilla que en la derrota de hoy.