El refranero español es sabio. La para muchos «fea» se ha llevado la mejor parte del pastel esta temporada loca y apasionante que acaba de terminar. La cacareada Décima ya es una realidad. Cuando algo se nombra hasta la saciedad durante años acaba penetrando en el subconsciente del «individuo blanco» hasta convertirse en una obsesión. Y para lograr esa meta, el equipo que la perseguía se permitió el lujo de dejarse llevar en el tramo final de la liga. Una decisión demasiado arriesgada (y equivocada) que sólo saldría bien si se lograba el objetivo más deseado. Y salió. Tuvieron suerte, les fue bien y acertaron milagrosamente. Pero ahí está. En las vitrinas.
Por títulos y por importancia de los mismos, el Madrid ha sido el gran vencedor de esta temporada. Una Champions vale mucho. Da prestigio, impone respeto y te diferencia de los demás, a los que de paso les entra un picor por el cuerpo que les hace escupir tonterías, hablar de conspiraciones, criticar al que hace niñerías y no criticar al que sale al campo a pegar a otro niño que también hizo niñerías. La misma historia de siempre.
El otro gran ganador fue el que perdió en Lisboa. Merecidísima la Liga colchonera. Los halagos recibidos son ciertos y justos. Llegó justo a la meta pero llegó. Y tuvo esa pizca de suerte de encontrarse a los dos grandes de la Liga con los brazos en jarra viendo la vida pasar. Aún entiendo menos lo del Barça de los dos últimos partidos de Liga. Y lo de Messi…Creo que se irá de vacaciones en Navidad cobrando 35 millones netos…Un millón más que Ronaldo.
No veo preocupado al argentino por las críticas ni muy feliz por el «doblete» de su equipo este año. Sí, doblete. Supercopa de España y Copa Catalunya. Son dos títulos ¿no?
En fin. Que se pueden fabricar millones de camisetas con bonitos eslóganes aludiendo al corazón, al orgullo y a la belleza de la vida. Pero la que vale de verdad es la que tiene un número. La que refleja un título conseguido, un palmarés. Esa es la camiseta que lleva «la fea». La que «la guapa» desea.
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