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Celta 1 – 1 Valencia: El Celta vuelve a marcar 700 minutos después

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El Celta puso fin a su racha de siete partidos sin marcar gracias a un gol de Orellana. El tanto supuso el definitivo empate a uno. Antes, Rodrigo había adelantado al Valencia en la primera parte tras un grave error del meta Sergio Álvarez.

El empate nació en un córner. El saque de Krohn-Dehli  lo prolongan al segundo palo y le cae a Orellana que tiene un mundo para controlar el balón y fusilar la portería de Alves. El chileno se resarció de sus dos errores anteriores. El primero, cuando al inicio del encuentro remató al centro de la portería marrando una ocasión clarísima de gol. El segundo, cuando Alves le paró un penalti. Cerca de la media hora de juego, Otamendi derriba a Charles dentro del área. La jugada es clara y el árbitro no duda en pitar la pena máxima. Sin embargo, Diego Alves adivina las intenciones de Orellana y echa por tierra las esperanzas celestes.

El Celta, que había comenzado muy bien el encuentro, con un gran juego en estático, manejando el cuero y sin conceder apenas ocasiones al Valencia, era la viva imagen del derrotado. Desde aquel partido del 1 de enero en el que Larrivey conseguía el tanto de la victoria ante el Barcelona, el Celta sumaba más de 700 minutos sin marcar en Liga  y ni de penalti lograba quitarse la gran losa que tenía encima.

Pero lo peor estaba por llegar. Rodrigo, que había recuperado la titularidad por las bajas de Piatti y Gayà, arranca desde la derecha conduciendo el cuero, hace una buena diagonal y chuta desde fuera del área. El balón iba centrado, sin embargo, se le escapa a Sergio Álvarez de las manos y acaba dentro de las mallas. El Valencia, con una ocasión y media, había conseguido hacer lo que un Celta volcado en ataque, no. Porteros que se llevaban los flashes. Alves, por sus dos paradas y Álvarez, por las que no había parado.

A vuelta de los vestuarios, Berizzo da entrada al campo a Nolito. El gaditano acabó por volcar aún más al Celta en el área del Valencia. Los de Nuno se olvidaron de atacar, pretendían alimentarse de las contras usando a los tres hombres que juntaban arriba en Balaídos: Negredo, Alcácer y Rodrigo.  Sin embargo, los celtiñas se acercaban cada vez con más ganas y más peligro, sobre todo por las botas de Nolito, al área de Alves.

El gol del empate llegó sin sorpresa. Más escandaloso y alarmante habría sido que ese tanto nunca hubiera llegado. El Celta habría sumado ocho partidos sin marcar en Liga haciendo un fútbol fresco, ofensivo y bien trenzado. El gol llegó, el Dios del fútbol no es tan cruel como parece.

El empate no transformó el partido. El Valencia se contentaba con un punto de Balaídos y el Celta, que acababa de terminar sus sesiones con el psicólogo, vio con buenos ojos el reparto de puntos después de seis derrotas consecutivas. Y además había marcado. ¡Qué más se podía pedir!

Sin embargo, Nolito no estaba conforme. Los jugadores querían más y  casi lo consiguen. Nolito pone un balón excelente a la espalda de la defensa para  Orellana, el chileno la cede demasiado larga para Charles, que no llega por poco.  Habría sido una recompensa justa por el trabajo realizado. Por otro lado, el Valencia se difuminó en Balaídos. Transformó la alineación de tres defensas que le dio la victoria frente al Real Madrid por las bajas de Piatti y Gayà. Y entre un 4-4-2 y un 4-3-3 no acabó por conectar una jugada trenzada y basó sus ataques en desesperados contraataques.