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Ricardinho, el mago portugués

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Según la Real Academia Española, ‘magia’ es todo arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales. Parece que concuerda bastante con Ricardo Filipe da Silva Braga Ricardinho, ‘O Magico’. El mejor jugador del mundo y de los mejores de la historia nos tiene acostumbrados últimamente a actuaciones inverosímiles, contrarias a esas leyes naturales, como lo que vimos en el pasado europeo en Serbia.

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Ricardinho no es un jugador convencional. Es un jugador de calle, como todos lo hemos sido de pequeños, de largas horas jugando ya fuera en una pista con porterías de verdad, o hechas con mochilas y cuya altura la marcaba la altura del portero. El ala de Inter Movistar no tuvo unos comienzos fáciles: con 10 años se incendió la casa donde vivía con su familia y lo perdieron todo. Se trasladaron a otro barrio, donde fueron bien acogidos y donde el pequeño Ricardo empezó a jugar a fútbol 11. Comenzó en el Porto, y los amantes del fútbol sala tienen que agradecerle a un entrenador de las categorías inferiores que lo descartara por ser ‘bajito’, y empezara a jugar en el 20×40.

Comenzó a despuntar en el Gramidense y al poco tiempo pasó al Benfica, equipo puntero en Portugal y al que Ricardinho llevó a lo más alto del fútbol sala continental: la Copa de Europa. Ese jugador alegre que siempre crea ilusión y admiración por donde pasa, se ganó a los lisboetas, y no es baladí decirlo, ya que la máxima rivalidad deportiva en Portugal es la de Benfica y Oporto, esta última, ciudad natal de Ricardinho.

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Para aquellos admiradores del futsal que no lo sepan, existen unos libros y unos DVDs del mago portugués, enseñando sus mejores trucos. Esto pertenece a su etapa en el fútbol japonés. Muchos pensarían que, por el hecho de irse a Japón, se trataba de su etapa final. Pero nada más lejos de la realidad. El propio Ricardinho afirma que fue una oportunidad muy bonita que tuvo para hacer despegar el futsal asiático y crear ilusión por este deporte. Y, sea por su paso o no, lo cierto es que cada vez se ven más selecciones asiáticas en las fases finales de los torneos. Sin ir más lejos, en el pasado europeo, Kazajstán se coló en semifinales tras batir a equipos como Italia.

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‘El cabrito’, que para muchos de nosotros es poco menos que un insulto, es otra pequeña muestra de la aportación de Ricardinho al futsal. Un regate-disparo, no sabría muy bien dónde incluirlo, que dejó al mundo absorto.

Tras su paso por Japón, llegó a Inter Movistar. Fue un fichaje muy esperado, el mejor jugador del mundo llegaba al fútbol sala español. Tras tres años de sequía, Ricardinho devolvió a Inter a la senda de los títulos y a ser el equipo de referencia en la LNFS.

Cuando hablamos del crack portugués es inevitable acordarnos de Falcao, el, para muchos, mejor jugador de la historia del fútbol sala. Son muchas las similitudes que guardan ambos jugadores: la magia, el regate, el desparpajo, ese juego descarado y atrevido. Y aunque es mucha la gente que los compara, ambos reconocen que son jugadores distintos. El propio Falcao ha asegurado que Ricardinho es su heredero en este deporte, pero el portugués, fiel a la humildad que lo caracteriza, dice que aún le queda mucho para llegar a su nivel. Y es por eso que tiene tatuado el nombre del brasileño, para recordarse que aún le queda por mejorar.

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Lleno de valores del deporte, al luso le gusta hacer hincapié en que él y Falcao tienen una relación muy buena, se escriben, a veces quedan. Llama la atención que esto tenga que ser noticia, pero estamos tan acostumbrados a ver en otros deportes que los dos mejores jugadores no se llevan bien, o ni siquiera se hablan. Este debería ser un punto de referencia para todos esos deportes.

 

Aunque por lo que conocemos a Ricardinho es por su velocidad, su explosividad, su gran regate, su potente disparo y, aunque no se vea tanto, por ser un gran defensor, lo que el ala de Inter pretende enseñar en sus campus y escuelas no son esas características, sino valores. En la gira Megacrack que organiza el equipo y en su escuela de Portugal (Escolinha R10) Ricardinho quiere estar cerca de los más pequeños y transmitirles que jueguen con ilusión, que se diviertan jugando, porque la rapidez, el regate y el disparo son cosas que se entrenan y que todos, en mayor o menor medida, tenemos. Lo que el luso les da es ese incentivo por el que luchar, que no se vengan abajo por un entrenador que les dice que son ‘bajitos’ para jugar, que se diviertan y disfruten. No solo entre los niños despierta admiración. Sus rivales (y máximos rivales) solo tienen palabras buenas para el astro portugués. Lo definen como una persona muy humilde, un jugador puro.

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En definitiva, Ricardinho recoge todos los valores que Palabra de Fútbol defiende: el amor por el balón, el respeto por el rival, la humildad de saber de dónde se viene y ser consciente de dónde se ha llegado, mirar atrás para poder ir hacia delante con paso firme y, en definitiva, jugar a fútbol, que el resto es historia.